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Inventario de perplejidades

Hay que ayudar a los bancos

Entretenidos como estamos con encontrar la manera de formar un gobierno que sea grato a los mercados, ha pasado casi desapercibido (desde luego no fue objeto de debate electoral ni rodó demasiado por las tertulias) el informe del Banco de España en el que se reconoce que el Estado (es decir, los contribuyentes) da por perdidos 26.300 millones de las ayudas públicas entregadas a la banca para ayudarla a salir de la quiebra. Una cantidad fabulosa en la que no se contabilizan las perdidas sufridas por inversores y particulares (preferentes y otros activos) ni los 168.000 millones concedidos en avales, ni otros conceptos que seria prolijo detallar.

En cualquier caso, las cifras son mareantes y para dar una idea aproximada de su entidad real baste decir que los recortes en Sanidad y Educación durante la crisis financiera se cifran aproximadamente en 16.000 millones de euros. Eso sí, falta por saber lo que podría recuperarse con la reprivatización de la Bankia que asaltaron Rato, Blesa y la selecta tropa de las tarjetas black, si es que todavía queda algo que salvar una vez se reflote el barco.

El informe que ahora hace público el Banco de España pone de manifiesto, de forma clamorosa, que el gobierno del señor Rajoy mintió alegremente hace cuatro años cuando prometió que la factura del rescate bancario lo pagaría la propia banca.

El propio presidente del Gobierno dijo enfáticamente: "Es un crédito a la banca y lo va a pagar la propia banca". Y lo mismo quiso expresar en una comparecencia tras un consejo de ministros, su vicepresidenta, señora Sáenz de Santamaría: "Hemos hecho este rescate a la banca para que no cueste ni un euro al contribuyente". Una afirmación categórica que solemnizó también ante el Congreso el ministro de Economía, señor De Guindos, al ser interpelado desde la desconfianza por algunos diputados de la oposición. "No les quepa a ustedes la menor duda", replicó, "de que se recuperará la mayor parte de lo destinado a los bancos nacionalizados. El préstamo no tendrá coste para la sociedad, sino todo lo contrario".

Que algunos políticos mientan o prometan cosas que luego no pueden cumplir ya no sorprende a nadie, pero que afirmen, como en este caso, que los dineros públicos prestados a una banca en situación de quiebra iban a ser devueltos hasta con intereses, roza la tomadura de pelo.

Cualquier persona medianamente bien informada sabe que la banca no se aplicará nunca a sí misma las reglas que impone a sus clientes y solicitantes de crédito. "¡Elemental, querido Watson!", diría Sherlock Holmes, sin entrar en mayores averiguaciones. La factura de esa operación ruinosa será transferida a los contribuyentes mediante impuestos, nuevas solicitudes de crédito, y, sobre todo, con más recortes en servicios sociales básicos (sanidad, educación, dependencia, pensiones, etc). ¿Tendrá ese gigantesco engaño, alguna consecuencia política? Hay que dudarlo. La ignorancia sobre los mecanismos de funcionamiento del sistema es grande entre la población como pusieron de relieve los casos de las preferentes y de las cláusulas suelo.

El profesor García Sampedro decía que en España ocurría algo curioso; se enseñaba en el bachillerato qué cosa es la calcopirita pero nadie nos explica qué es una entidad financiera y cómo funciona.

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