El otoño entró por el almogarén del Bentayga y los astros se alinearon tras el equinoccio para una noche memorable. La victoria en la Supercopa del Herbalife Gran Canaria, que se conoció en el arranque del juego entre la UD y el Madrid, ha sido la antesala más estimulante para los amarillos, dentro y fuera del campo, frente a los todopoderosos blancos. En baloncesto, se abrasó al Barcelona para hacer historia en el deporte canario. Y en fútbol, en la mejor liga del Mundo, no se quedó atrás. Los de Quique Setién tutearon al campeón de la Champions, a un Madrid con más nombre que pegada, con más banquillo que acierto.
La mala cara de Cristiano Ronaldo a Zidane tras el cambio contrastó con la sonrisa de un equipo y una afición que paladeó y saboreó un dos a dos como un triunfo. El empate lo dice todo. La UD no pierde en casa ni con el Madrid. Nunca tan completa una noche del deporte grancanario que se recordará, sin duda.
Lástima que el estadio de Siete Palmas no estuviese abarrotado. Más amarillos habrían disfrutado de un equipazo con ocho canteranos, pequeños al lado de algunos blancos, pero grandes en calidad para demostrar que lo que corre en el fútbol es la pelota.
Setién, en un simil ajedrecístico decía antes del partido que al Madrid hay que ganarle tres veces: en la salida, a mitad de partida y al final. Así se hizo. Con un jaque de Tana, Vicente y Araujo para acabar en tablas.
