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Cartas a Gregorio

Manuel Ojeda

Huérfanos de nacimiento

Querido amigo, fruto del deseo de un plácido día del mes de enero, Lina dará a luz a una niña el próximo octubre.

Ella no puede sentirse más feliz y, según todos los pronósticos, el día del Pilar nacerá una criaturita que también se llamará Lina, como su madre...

Esta podría ser la historia de cualquier futura mamá, pero es la historia de Lina Álvarez, una mujer de 62 años que tiene previsto alumbrar una niña después de someterse a un tratamiento de fecundación in vitro, y que cuando a los 18 años su hija sea mayor de edad, su madre cumplirá 80 años si consigue llegar a esa edad.

Me pregunto, Gregorio, qué es lo que pensarán las asociaciones antiabortistas sobre estas prácticas, si será tan grave interrumpir el embarazo como permitir que una niña se quede huérfana a la edad que más necesita a su madre.

No tengo ninguna duda de que debe ser la mujer quien tome la decisión de tener o no tener hijos, y también la que decida cuándo los quiere tener. Solo que, en este último caso, su decisión afectará de forma determinante el futuro de su descendencia.

Por si eso fuera poco, la hija de Lina Álvarez nacerá sin padre y sin abuelos, y cuando falte la madre, tendrá que afrontar su vida con los dos hermanos que ya tiene, uno con 10 años más que ella y otro que ahora tiene 24 y que sufre parálisis cerebral, por el que su madre no recibe ninguna asistencia ni ayuda pública a pesar de haberlo solicitado insistentemente.

La naturaleza, que es muy sabia, ha limitado el tiempo de fecundidad para que las madres puedan amamantar y criar a sus hijos con la vitalidad que todo ese esfuerzo necesita. Puede que la constante evolución de la ciencia consiga ampliar las posibilidades físicas del ser humano, pero antes de aplicar esos adelantos se debería analizar cuáles van a ser sus consecuencias.

No es solo que esta niña no cuente con su madre el tiempo necesario para completar su educación, sino que se romperá la cadena y tampoco los hijos de ella conocerán a sus abuelos, en un proceso de desafección que vendrá a interrumpir esa prerrogativa tan fundamental en la educación tradicional y emocional de la familia.

Y si es lamentable y doloroso tener un hijo con parálisis cerebral, peor aún es tener una madre tan descerebrada.

Demetrio Fernández es obispo de Córdoba, y se ha hecho famoso por sus controvertidas manifestaciones sobre el divorcio, el aborto o la homosexualidad. En unas declaraciones recientes tildaba la fecundación in vitro de "aquelarre químico", por lo que sus fieles han propuesto que se le aplique la ley del aborto con carácter retroactivo...

Pero, de todas formas, Gregorio, creo que hay que poner los adelantos científicos al servicio de las personas que los necesiten, y no a los caprichos de una señora como esta.

Un abrazo, amigo, y hasta el próximo martes.

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