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Zigurat

Ejercicios espirituales 25-S

La cara de Rivera lo delata sorprendido y sin entender lo que ha pasado. Los de Ciudadanos no han entrado en los parlamentos de Galicia y País Vasco. Y él no lo entiende.

A Pedro Sánchez, aparte de su disgusto personal, se le acrecienta el abismo de unas primarias en el peor momento de su vida política. Si ya tenía a alguno de sus barones con la proa hacia su política de no pactos, ahora lo que tiene es a todo un partido preguntándose por las terceras elecciones generales y cómo salir de este fracaso en pérdida de votos y escaños.

En un país donde en los últimos años la corrupción político-empresarial ha dejado tocados a muchos políticos y a otros del todo hundidos sin posibilidad de reflote, y que la mayoría son del PP o sus empresas, los resultados en Galicia los conforma como fuerza política principal y sólida. Y Feijóo, que hace tiempo es el niño de Rajoy para sucederle si no hay tropiezo ni sangre con las navajas intramuros de Génova, se le ve en las imágenes feliz como ninguno.

Y está contento y se ha venido arriba por dos razones poderosas: a pesar de lo que está cayendo y caerá, ha sabido colocar al PP en la mayoría absoluta que es lo que buscan todos los partidos digan lo que digan los demás. Y la segunda porque ganar unas elecciones en territorio nacionalista lo afianza en su carrera a la presidencia del partido y del Estado, poniendo encima de la mesa sus papeletas y su carisma. Y él sabe que en estos momentos es lo importante cuando aún no se sabe qué ocurrirá mañana.

En el País Vasco el PNV no necesita al PP para gobernar porque puede tirar del PSOE. Y si no lo necesita en Euskadi, el PP no contará con ellos en otro intento de investidura.

El PNV, fuerza hegemónica durante muchos años, vuelve a reafirmar su compromiso de país por una vía de no confrontación y sí de dialogo. Es lo que querían la mayoría de vascos heridos por un pasado reciente que pesa como la losa de todas las víctimas juntas.

Llámenle demagogia, llámenle adulación, llámenle encantador de serpientes con veneno o como se quiera, pero han ganado y han subido en votos allí donde se presentaron. El PP, que renquea con sus líderes asustados por lo que pueda venir, ha sabido mantener el pulso y mostrar que todavía puede sorprender a propios y extraños aunque lluevan perros y gatos.

Y ya puestos a ser consecuentes que se vayan a su casa los que no han sabido conectar directamente con el votante, dejarles mensajes de tranquilidad en tiempo de zozobra o, mejor aún, que la crisis de identidad que pasan los partidos de izquierda -la socialdemócrata y la radical- y sus guías deberían ejercitarse en el modo meditación y más concretamente en los ejercicios espirituales que les dejó Ignacio de Loyola que de guerra y política sabía como un Rato.

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