La Provincia - Diario de Las Palmas

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Entre bastidores

Entre el zombi y el desierto

El PSOE podía haber sobrevivido a la pérdida de votos y escaños en Galicia y el País Vasco. El PSOE podía haber sobrevivido a unas terceras elecciones, siempre que se hubiera mantenido por delante de Podemos. El PSOE podía haber sobrevivido a una rectificación que le llevara a allanar el camino a Rajoy con cualquier pretexto, por ejemplo, alguna de las resoluciones que se aprobarán la próxima semana en el debate de política general del parlamento catalán. El PSOE podría haber sobrevivido más o menos entero a cualquiera de estas circunstancias. Pero le va a ser difícil sobrevivir al cainismo que se ha desatado en sus estructuras dirigentes.

La cuestión no es ya la de abstenerse o no abstenerse en la investidura. La cuestión es liquidar al adversario interior, machacar a ese que no me tiene en cuenta, que manda con mi voto en contra, que da amparo a quienes me cuestionan. El frenesí destructivo no tiene en cuenta el calendario, la ventana y el coste de oportunidad, el lucro electoral cesante. El jarrón chino se ha caído encima del secretario general y los cortesanos se han lanzado a rematarle. No saben a quién van a poner como califa en lugar del califa, pero les da lo mismo. El presente es tiempo de escarmiento para el líder que se ha arrogado poderes de dictador. Urgen unos idus de marzo. Luego ya se verá.

En estas condiciones, ir a las urnas es un suicidio. El electorado no perdona a quienes se pelean de una manera tan zafia. Y los electores socialistas en particular se van a quedar en casa, porque lo suyo es el "Rajoy, jamás". Pedro Sánchez transita hacia la condición de muerto viviente, pero no está nada claro que tras él no asome el desierto que se intuye en la nueva decoración de las comparecencias de Ferraz. Cuando se oficialice la ejecución, quien sea que mande deberá elegir entre un desastre electoral absoluto o dedicar los próximos cuatro años a recoser los desgarros mientras Podemos se adueña de la izquierda.

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