En un artículo anterior (LA PROVINCIA, 21/08/2016) comentaba que el rutenio es el elemento 44 de la Tabla Periódica, número que coincide con la edad del secretario general del PSOE, y esperaba a que antes de su cumpleaños rodio (elemento 45) dejara de ser el líder de un partido que está a punto de destruir. Snchz es un subrutenio, un metal de mala calidad, de talante desagradable. Desde las elecciones nacionales del 20 de diciembre de 2015 (20D) ha quedado claramente de manifiesto que Snchz no reúne una sola condición para dirigir un partido socialdemócrata en España ni para ser presidente de una nación de la Unión Europea.

Utilizando términos médicos más propios de mi profesión, Snchz se ha convertido en estricnina en las urnas para su partido y un foco séptico letal para España. Quien fuera un simple concejal en Madrid, y arropado no sabemos cómo a la gloria de liderar la oposición inteligente y responsable al gobierno de España, es arrastrado cada día al río de la insignificancia. Su discurso vacío y sus flirteos con comunistas y separatistas le ha dejado sin ética socialdemócrata y sin concepto del mal. No solo porque no respeta los resultados electorales sino porque no se toma en serio el mayor problema que tiene España sobre la mesa: el golpe de Estado a cámara lenta en Cataluña. La misma noche electoral del 20D se metió en su propio hoyo ególatra y desde hace ya diez meses sigue sin comprender que para salir del hoyo hay que dejar de cavar. Pero Snchz sigue cavando, aunque no lo hace solo: le acompaña en la tarea una pequeña banda de mediocres e infiltrados de la izquierda más paleta y reaccionaria que se han hecho con el timón del partido político democrático más antiguo de España.

Todos los grandes intelectuales socialdemócratas del mundo lo han repetido hasta la saciedad: la socialdemocracia debe evitar a toda costa cualquier contaminación con el comunismo y con los nacionalismos, ideologías que ocasionaron cientos de millones de muertes en la Europa del siglo XX. Pero Snchz ha llevado al PSOE, partido de Estado y constitucionalista, a estar más cerca de Pablemos, un partido comunista y de querencia antisistema, que del PP, el partido que ha afianzado su victoria electoral del 20D. Un PSOE desconocido ha dejado de representar la defensa de los trabajadores y de la unidad de España para entablar querencias con partidos que quieren fragmentar España, el país más antiguo de Europa. La disyuntiva no es formar gobierno o comunismo; es democracia o dictadura. En su comportamiento primario, Snchz ha ofrecido venganza al estilo de los comunistas de Pablemos, en lugar de cooperación para un futuro mejor. Rehúye el compromiso cívico y patriótico para hacernos creer que con él se viviría mejor. Y lo que es peor, desde la ideología cambiante de sus dirigentes en varias CC AA, ha engordado las tentaciones feudales de los independentistas que pretenden gobernar su pequeña finca mientras incumplen las leyes.

Somos el hazmerreír de Europa. Desde el mismo día 21D podíamos haber tenido un gobierno de coalición a la alemana con los dos grandes partidos nacionales que han alternado la gobernabilidad de España en los últimos 40 años. En estas cuatro décadas, la derecha se ha hecho más sensible a las necesidades sociales y la socialdemocracia se ha hecho menos reaccionaria. No se entiende que Snchz y Pablemos hablen del PP como el mal sin mezcla de bien alguna, cuando el gobierno de Rajoy ha destinado el 38 por ciento del PIB al Estado del bienestar. Es una muestra más de la infantilización de la sociedad española que acepta los discursos demagógicos antisistema. Perdimos la oportunidad de que con un gobierno a la alemana, el PSOE hubiese ocupado la Vicepresidencia del Gobierno y dirigido al menos tres Ministerios para pactar las leyes y reformas que nuestro país necesita para salir juntos del gran atolladero en el que estamos metiendo a todos nuestros ciudadanos. En lugar de eso, hoy tenemos a un insensato acomplejado y ninguneado por el discurso de los charlatanes de Pablemos y de los aldeanos separatistas de Cataluña, Galicia y Vascongadas.

Snchz se ha convertido en Snchzstein, un monstruo para el PSOE por partida doble. Desde el punto de vista político su comportamiento es insensato, sectario y peligroso. Desde el punto de vista psicológico, bien parece un infiltrado reaccionario y un desquiciado que quiere finiquitar el PSOE. Hay que derribar a Snchz. La esperanza socialdemócrata de España tiene que romper con el PSOE inventado por Snchz, romper con el Partido Socialista Catalán para salir en Cataluña con la marca estatal y cerrar filas con el PP y Ciudadanos en defensa de la nación olvidándose de la coña del federalismo asimétrico y de la realidad plurinacional en la que nos quieren meter los partidos que quieren trocear España. La Operación Subrutenio está en marcha. Buen día y hasta luego.