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El chivo expiatorio

Es innegable que los últimos posicionamientos de Pedro Sánchez en la crisis del PSOE parecen arriesgados y quizás temerarios. Pero no lo es menos la desfachatez de sus críticos al eximirse de toda responsabilidad en los fracasos electorales del partido. El mantra de los "peores resultados de la historia" se ha repetido hasta la saciedad en las filas conservadoras, cosa lógica y comprensible en la dialéctica de campaña. Pero ya es el colmo escucharlo en voces socialistas, como si toda la culpa fuese del secretario general o de su incapacidad para resolver en dos años un desgaste larvado o manifiesto desde mucho antes, cuando él no tenía cargos, ni tocaba poder orgánico, ni podía ejercer influencia alguna.

Sánchez se resiste ahora al papel de chivo expiatorio de quienes se lavan las manos y han torpedeado despiadadamente su dirección con todo el repertorio de objeciones, descalificaciones y zancadillas que suele reservarse al adversario político. Esa permanente conspiración es la señal más evidente de la deriva del partido que se ufanó de introducir en España el sano y democrático sistema de las primarias, y condena hoy al primer secretario general candidatado en primarias por las bases. El bucle es escandaloso en sí mismo, pero mucho más cuando niega el derecho de la militancia a desdecirse o ratificarse en su elección.

La crisis del partido es mucho más profunda que la inducida por expresidentes y barones socialistas, hoy volcados en renegar de su propio voto contra la continuidad de un gobierno de derecha que está dando lección de unidad y coherencia sin fisuras. Si hubieran tenido el pundonor de preguntarse su parte de culpa en el hecho de que con 85 diputados no es sensata la pretensión de gobernar -y tienen razón- quizás no estarían dando el despreciable espectáculo conspiranoico de estos días, de muy difícil redención aunque se salgan con la suya. Lo que quieren es un culpable en quien descargar sus errores, entre ellos el de oponerse a un pronunciamiento de las bases que dicen representar. Son muchos los que están rompiendo el carné y serán muchos los años que pasarán en la oposición antes de volver al gobierno, si es que vuelven.

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