La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Uribe logra meterse en el proceso

Cincuenta mil votos, en un censo de más de 35 millones, han sido suficientes para tumbar el acuerdo de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC. Cincuenta mil votos, emitidos en un referéndum al que el presidente Santos no estaba obligado, han acabado siendo, seis años después, el instrumento de la venganza de su antiguo jefe e incansable enemigo, el expresidente Uribe.

La interpretación más extendidas de los resultados se apoya en dos patas: la sociedad colombiana está dividida ante la paz y, segunda pata, derivada de la anterior, se han impuesto quienes consideran que los acuerdos de La Habana representan, entre otras cosas, un "agujero negro de impunidad y de olvido".

La primera pata está muy coja. En realidad, Colombia apareció en las urnas del domingo muy poco dividida: el 62,72% de los ciudadanos con derecho a voto optó por ni siquiera acercarse a los colegios. En un cálculo somero, cabe pues concluir que un sexto de la sociedad colombiana se ha opuesto a otro sexto, mientras cuatro sextos estaban en otras batallas. Algunas de ellas impulsadas por enemigos del Gobierno de Santos que vieron en la abstención la mejor manera de ponerle palos en las ruedas.

La segunda pata hunde sus raíces en la consideración de que los acuerdos prevén un sistema muy benigno de penas para los guerrilleros, además de someter a los militares al dictamen de la misma Comisión de la Verdad que se pronunciará sobre los insurrectos. Valorar si la benevolencia es mucha o poca exige decidir cuántas dosis de tolerancia se precisan para conseguir una dosis de reconciliación, lo que aleja la cuestión del ámbito del análisis político para situarlo en los dominios de la moral.

Lo que, sin embargo, no citan las explicaciones más extendidas es que el expresidente Uribe, que ha encabezado el bando del "no", es el mismo que en 2010 fracasó en su intento de reformar la ley para aspirar a un tercer mandato consecutivo; el mismo que había basado sus ocho años de presidencia en una ofensiva contra la guerrilla regada por un multimillonario plan de ayuda de los EEUU de Bush; el mismo, en fin, que tras ver cómo Santos, que fue su brazo ejecutor en los días de fuego, se le escapaba del redil, le puso la proa y se ató al timón del rechazo al diálogo. El mismo, en suma, que ayer se negó a acudir a la reunión de Santos con todos los grupos políticos y -con 19 diputados de 166- exige pactar de tú a tú con el presidente la postura gubernamental ante el proceso de paz. La batalla de Uribe viene de lejos. La derrota de Santos es su primera victoria en seis años.

Compartir el artículo

stats