La Provincia - Diario de Las Palmas

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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Nuestros lobos de Wall Street

Ala vez que los socialistas están o no en la abstención para que Rajoy sea investido como presidente del Gobierno, surgen como gotas de absenta los juicios de la Gürtel y de las tarjetas black. Llamados a ser los procesos a una época de dispendios, comisionistas y banqueros sin escrúpulos, la camarilla al completo, creen o tienen claro que obtendrán la redención social, que en este país, por desgracia, hay un somier de benevolencia para la corrupción. Lejos de alcanzar la categoría de apestados, he visto por ahí que casi la mitad de los que pagaban con las black para hacerse hasta una manicura tienen puestos directivos en empresas, entre las que no faltan dos o tres de gran potencia bursátil. O sea, viven y viven bien. Algunos de ellos, curtidos en ministerios o entorchados con una oposición a los cuerpos del Estado, hacen gala estos días de un discurso diabólico ante el fiscal: el despilfarro era una extensión del sueldo que les correspondía; un plus para levantarse antes de la cama; una bolsa para atacar como bardinos en las reuniones con los contrincantes; un extra para elevar los pies del suelo y escupir arrogancia sobre los accionistas, o bien un fondo para desfogarse en la nave del deseo y la libido... Quizás convenzan a los jueces y desmonten los argumentos de la Fiscalía, incluso hasta puede que la sociedad los vea como víctimas (toca esperar), pero así y todo ofrecen la cara más repugnante de una megalomanía de enciclopedia, donde unos lobos de Walt Street pasados por la Castellana empezaban a pasarlo en grande, a alquilar megayates, a dormir en megahoteles, a libar caldos incunables, a abrir los corazones de mariscos de 120 euros el kilo... Dicen que sus tarjetas black formaban parte de su ritmo de vida, que eran el diamante en bruto de la remuneración. Se podía gastar a lo bestia, a lo Leonardo DiCaprio en la película de Scorsese. Ahora, en el banquillo, cuentan cómo lo hacían y cómo movían los límites de gasto. La lección de lo normal.

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