La Provincia - Diario de Las Palmas

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Zigurat

La paz se aleja

A pesar de la difícil situación en la que se encuentra el país, agravada en los últimos días por el miedo de una buena parte del PSOE a que Sánchez siguiera intentando un gobierno de izquierdas con Podemos e independentistas, y cómo una clase política, que no quiere peder privilegios, ha detonado su discurso en la misma sede de los socialistas, las primeras páginas de los medios de comunicación abren con el resultado del plebiscito que en Colombia llamó a ratificar el acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC.

A los esfuerzos de las delegaciones en las conversaciones de La Habana se sumaron muchos agentes sociales, económicos, políticos y culturales del país, que dejaron en artículos o ensayos cómo iba transcurriendo el proceso. Un encuentro muy trabado y espinoso en un país que se ha dejado en medio siglo de guerra millones de muertos -algunos analistas escriben que son casi ocho millones-. Pero cuando el mundo esperaba con impacienta que terminara por conseguirse la esperada paz, una parte de los votantes ha dicho que no, que de esa manera no.

En estos casos, para razonar con sere-nidad, de un lado habría que ser colombiano; por otro conocer la guerrilla y por otro a los políticos y Fuerzas Armadas de Colombia, a los oligarcas y paramilitares incluidos. Dije que el mundo estaba atento a este proceso, porque en las últimas décadas se han producido acuerdos que acababan con años de terror y frustración en muchas regiones y lugares como España, Irlanda, Filipinas, Turquía, Sahara, Córcega-Francia, Sri Lanka -Tamil-, los Balcanes, Sudán o el enquistado Palestina-Israel. Desde luego en estos casos que he mencionado aún no se ha resuelto el desafío de la violencia y algunos han vuelto por sus fueros a dinamitar lo poco que se había conseguido: sin ir más lejos la ocupación del Sahara Occidental o la brutalidad en Palestina, donde Israel sigue ocupando tierra de olivos, o la vuel-ta a las armas en Sudán del Sur o la represión kurda.

De todo este tremendo panorama, sí hay una premisa que en muchos casos se ha cumplido: los seres humanos todavía creen en la palabra; aún confían en hablar y lo que es más difícil: sentarse a la misma mesa para debatir e intentar solucionar lo que se pueda cuando hay voluntad política para ello y las víctimas de uno y otro lado cobran toda la inmensidad y alumbran actos como este. Es más, el ser humano cree en la palabra dada, porque una de las principales dificultades que tienen todos es la de pedir perdón: pedirse perdón unos y otros y darse la mano con la sinceridad de asumir sus culpas y de que no se repita. Estos rasgos a priori parecen de otro tiempo, pero se comprueba que hay gestos precursores de acciones que permiten esperar algo más que una firma: la pluma tiene forma de bala; la misma que mata a plomo verde puede firmar la paz, con sangre, petróleo u oro. Con tinta esta vez, para que sea indeleble.

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