La encuesta del CIS realza que el 89,1 % de españoles considera que la situación política es "muy mala", y como reactivo, que los políticos son ya el tercer problema del país. Y todo ello sin que todavía el PP hubiese hecho pella con lo peor de la Gürtel para solicitar la anulación de todo el proceso judicial, o aún sin un Rajoy que, ojo al dato, quiere pedirle al PSOE una inexistente piedra de coral negra para justificar su querencia por unas terceras elecciones, que le vendrían a huevo para su escalada de escaños. Si el boletín de los sociólogos estatales hubiese realizado su trabajo de campo con estas dos nuevas adiposidades, casi seguro que la tasa de malestar psicosomático, y no me subo, reinaría como un piojo al inicio del curso escolar. Esta clase política que parece haber salido de una obra de teatro de Ionesco no sólo está dispuesta a batir un récord en cuanto a citas electorales, sino que quiere aprovechar su impunidad sádica para destrozar, aniquilar y exprimir al cuerpo social. José Luis Pardo, de lo mejor en el secarral del pensamiento spain, acaba del ganar el Anagrama de Ensayo con sus Estudios del malestar, donde indaga entre la confluencia de las consecuencias negativas de la crisis económica y la inoperatividad política. Los indicadores de la ahitera general pueden anunciar que hemos tocado fondo, o bien que estamos ante el preludio de la aparición de líderes desestructurados ansiosos por poner en marcha programas que hasta el otro día nos parecían inconcebibles. Sin ir más lejos, el Reino Unido del Brexit, la mayor bofetada a Europa, advierte con el cierre de fronteras a los trabajadores extranjeros, una señal, otra más, de la enfermiza pasión por los nacionalismos y sus derivados. El CIS avisa de que esta melé sin pies ni cabeza pasa factura, y que la exigencia de un desbloqueo acabe en una protesta masiva y pacífica ante el Congreso de los Diputados a favor de la política con mayúsculas y en contra de los tacticismos. ¡Ya es hora de que se enteren!
