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Gente corriente

A golpe de calentón

Así discurre la política y la gestión pública de las cosas de comer. A golpe de calentón. A base de rabietas y hasta de arrebatos que llegan cuando se desbordan las tragaderas. Entonces, se abren las alcantarillas. Hay que vaciar rencores, traiciones y humillaciones.

Como ha sucedido a los socios del pacto que sustenta el Gobierno de Canarias aunque, eso sí, con un bando más caliente que otro. Ya se sabe, al igual que en las parejas en crisis, una de las partes siempre tiene un extra de cabreo.

En este caso, los socialistas canarios que en pleno calentón anuncian que se van. Aunque luego no tanto y ya veremos. Es lo que tiene el día después donde, por este orden, resoplas, te baja el subidón, mides tus fuerzas, calculas y empiezas a sentir frío, ese que te da la oposición.

Por su parte, en CC, la otra parte contratante, guardan la caja de los fósforos. No sea que las cuentas no salgan con un PP que no suma, con los gomeros de Curbelo poniendo la alfombra pero con los nacionalistas de Fuerteventura erizándose al pensar que podrían cohabitar con los populares.

Y, en medio, ardiendo Canarias. Porque si llega a romperse el pacto, la espera en la bajadita en cabildos y ayuntamientos, mechero en mano, será corta. Por si acaso, vayan a buscar el casco de bombero. Poco más pueden hacer. Que de resolver el problema del paro o mejorar la vida de los canarios ya se encargará el destino, la divinidad o la bruja Lola, según sean las creencias.

O todo a la vez para sobrellevar un cierre presupuestario de las cuentas canarias que parece más un calentón que una cautela por si las transferencias estatales no llegan. Aunque no seré yo la que se fíe ahora del ministerio rumboso de Montoro, el caso es que ya están entrando en las arcas de la comunidad autónoma, calentitos, los 94 millones pendientes de carreteras.

Así que temores, lo que se dice temores, tendrán que esforzarse un poco más en explicarlos. El cierre anticipado más bien lo que aparenta es un taladro que atornilla en su silla al consejero socialista de Sanidad para que no se mueva, sin permiso, ni a comprar aspirinas. Como si esto no fuera un mismo gobierno, oye.

Revuelta de alto voltaje de la que el PSOE pretende salir con un aumento del presupuesto en sus carteras. Como si los fondos se repartieran por quítame allá un desagravio en lugar de satisfacer las necesidades ciudadanas. Y si la consejería es socialista, pues bien. Y si es de CC, pues también. Fíjate tú lo que nos puede importar.

En cualquier caso, bienvenido el diálogo si es que llega. Lo último que necesita este Archipiélago es otra navaja buscando espalda donde clavar. Así que recular y sentarse alrededor de una mesa para arreglar las diferencias es, sin duda, en lo que tienen y deben estar las dos partes.

Pero para calentones los vividos en el escenario nacional. Con roscas incluidas, hemos presenciado en directo las miserias de dos bandos despellejándose en un PSOE roto y dolido. Liderazgos en juego y mucha, mucha inquina, dividido ahora en cómo sacar a este país del bloqueo interminable.

Mientras ellos se desangran, allá que sale Rajoy para imponer a los suyos que dejen de echar gasolina con exigencias a su investidura. Y por si faltaba algo, un Podemos que empieza a retirar su apoyo a los gobiernos autonómicos socialistas si éstos se suman a la abstención.

¿Alguien más se apunta al calentón?

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