Las recientes películas de Jason Statham (como las últimas de Bruce Willis, Nicolas Cage o Steven Seagal) desprenden un inconfundible olorcillo a refritos hechos con ingredientes baratos que intentan exprimir hasta la última gota la fama menguante de sus protagonistas. Sin llegar a la decadencia ruinosa de los tres citados, Statham repite en Mechanic: Resurrection todo lo que ha hecho hasta ahora sin variar demasiado la expresión de la cara. Hay tiroteos a mansalva en los que las balas enemigas le esquivan, hay peleas por doquier, hay fantasmadas varias. En fin, lo que sus seguidores esperan pero cada vez más rutinario y barato. Copiando descaradamente la idea de aquella Misión imposible en la que Tom Cruise se paseaba por la fachada de cristal de un rascacielos, con una historia de amor que no se la creen ni ellos y un hortera Tommy Lee Jones en plan toma el dinero y corre (que funde un club con Morgan Freeman), Mechanic tiene algo de gracia cuando el liquidador se busca la vida para matar villanos y hacer que parezca un accidente (el de la piscina aérea es un puntazo) pero lo que prima es la monotonía y el más de lo mismo sin esforzarse porque parezca nuevo. Como desagradable rareza, el director es el mismo de la estupenda La ola, Dennis Gansel. Así es la vida.
