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Hitchcock contra los rayos de amor

Hay simplificaciones geniales, como las preciosas figuras rupestres de unos arqueros en Morella la Vella; y hay simplificaciones groseras, como los grimosos consejos que el psicólogo Rafael Santandreu lanza al mundo desde su púlpito en A punto con La 2. En una de sus intervenciones televisivas, Santandreu defiende que no hay nada imperdonable, y que la felicidad es algo que todos tenemos al alcance de la mano porque en realidad necesitamos muy poco para ser felices. Ya. A Diógenes de Sínope, el tipo que se permitió poner en su sitio a Alejandro Magno y que sólo tenía un manto, un báculo, un zurrón y un cuenco, le permitimos que nos hable así, pero con un psicólogo que escribe (y vende) libros sobre la felicidad, hay que ser un poquito más duros. De acuerdo, se puede ser comunista y amar la buena vida, pero es más difícil defender que se puede ser feliz con casi nada cuando los que no tienen casi nada no pueden renunciar a su aparato digestivo. Para Santandreu no hay nada imperdonable y, sin embargo, el autor de Las gafas de la felicidad se ha sacado de su chistera unos pasos para el perdón que incluyen "lanzar rayos de amor". Así, en palabras del mismísimo Santandreu, podríamos perdonar incluso a Hitler. Contradicciones y simplezas disfrazadas de profundidad psicológica. Qué diferencia entre soportar la cháchara de Santandreu sobre los "rayos de amor" y escuchar al gran Alfred Hitchcock hablar sobre la maldad, el orden, el suspense y el cine, es decir, la vida y sus alrededores en el documental Alfred Hitchcock. La ficción sin límites. ¿No hay por ahí un Hitchcock de la psicología que pueda sustituir a Santandreu? ¿No hay un artista rupestre que pueda pintar la vida para nosotros con la misma gracia, sencillez y precisión que los hombres que pintaron los arqueros rojos de Castellón? Diógenes caminaba por las calles con una lámpara encendida buscando hombres, y ahora caminamos por las calles televisivas con un mando a distancia buscando Hitchcocks o artistas rupestres que no nos hablen de "rayos de amor" ni nos enseñen a perdonar a Hitler.

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