Después de gozarme las intervenciones de los distintos portavoces del Congreso en el fallido debate de investidura del pasado mes de junio; vista la agresividad desplegada y los ataques ad hominem esgrimidos creo que más bien se merecería el calificativo de "debate de embestidura".

Me acabo de enterar de un curioso término pseudomédico de uso corriente en la profesión: el "incidentaloma". Si se topan con él en alguna hospitalización sepan que se trata de una dolencia evidenciada por casualidad en el tratamiento de otra enfermedad.

Y hablando de médicos, en una visita a un amigo hospitalizado me sorprendió escucharle al médico que atendía al paciente de la cama contigua, evidentemente reacio a operarle; "...piénseselo bien, es una intervención de riesgo. Podría morirse... o algo peor..".

Mi amigo y yo le cogimos cariño al paciente, afectado de una hemorragia nasal incontrolable y de difícil tratamiento. Entre otras perlas recuerdo que al preguntarle si su dolencia podía deberse al estrés laboral, nos replicó muy seguro: "No, no, yo trabajo en el Cabildo". También se lamentaba, cuando los médicos le exploraban y manipulaban sin remilgos: "Es que me estrujan la tripa, como si fuera de ellos."

El caso es que, harto de su miserable predicamento, nuestro amigo tuvo menos miedo que su cirujano, insistió en ser operado, y salió airoso de la delicada intervención, encantado de su recuperada calidad de vida.

Mi amigo L.S. es de naturaleza bastante sedentaria. Verbigracia su comentario al ver correr a unos aficionados al footing: "¡No sé por qué corren, si no les persigue nadie!"

Los famosos han de tener sumo cuidado con sus manifestaciones. La reina de Inglaterra tuvo un momento de debilidad comentando públicamente que le encantaba el salmón ahumado.

Pues bien, ya no puede asistir a una invitación a comer sin que le sirvan su plato favorito, que como comprenderán le sale ya hasta por las orejas.