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Los 90 años de Guillermo Navarro

Varias efemérides vive la familia salesiana de Gran Canaria en la última década: en 2009, la conmemoración de los 150 años de la congregación; en 2015, el bicentenario del nacimiento de San Juan Bosco, hechos que se enmarcan en los 93 años de presencia y labor docente de los Salesianos en la isla desde que llegaron en 1923, llamados por el patricio Alejandro Hidalgo y Romero, y ocuparon el edificio que a principios de 1900 habían construido las religiosas del Sagrado Corazón, en lo que hoy es Ciudad Jardín, para educar a 50 niñas de Las Palmas y que en 1920 lo abandonaron para fundar en Tafira Baja. Entonces, Alejandro Hidalgo y Romero lo adquirió y llamó a los Salesianos.

El 28 de junio de 2014, Guillermo Navarro González celebró los primeros 60 años de su sacerdocio y este sábado, 15 de octubre, festeja los 90 años de vida, ya que nació tal día como hoy en Tejeda. Es grancanario de pura cepa. Del mismísimo casco de Tejeda. Nació a la sombra del Nublo, al cobijo del Bentayga, bajo la vigilancia del Fraile y la curiosidad de la Rana. En su juventud, su padre, Benito Navarro, había emigrado a Cuba, donde "ahorró unas perrillas con las que construyó una casa y puso una tienda que fue una especie de El Corte Inglés, porque vendía de todo, la gente compraba al fiado y, ¡eso sí! todos pagaban?". Don Guillermo fue un privilegiado en todo, especialmente en las personas que influyeron en su formación desde sus inicios como criatura, lo que se nos antoja premonición de lo que iba a ser a lo largo de su vida: fue bautizado por el benemérito José Rodríguez de Vera, canónigo del Cabildo Catedral de Canarias; confirmado por monseñor Miguel Serra Sucarrats, santo obispo de Canarias que murió mártir en Segorbe; sus primeros estudios los recibió del profesor tejedense Ezequiel Sánchez, hermano de Heraclio Sánchez, venerable canónigo magistral de la Catedral de San Cristóbal de La Laguna y, además, eminente latinista y prestigioso profesor doctor de Derecho Canónico en la Facultad de Derecho de la lagunera Universidad.

Su padre contrajo matrimonio cuatro veces y enviudó tres? Con la primera mujer -Lutgarda, madre de don Guilllermo- tuvo diez hijos. "Cuando falleció mi madre, mi padre tuvo que casarse antes de los dos meses porque necesitaba una mujer que nos criara a todos los de aquella chiquillería?". Con la segunda esposa no tuvo descendencia. Quedó nuevamente viudo y casó con una señora cubana, con la que tuvo gemelos. "Se da la circunstancia -apunta don Guilllermo- que la cubana también era viuda, tenía una hija de su anterior matrimonio y ésta se casó con un hermano mío". Su padre volvió a quedarse viudo y casó nuevamente con una mujer con la que no tuvo hijos. ¡¡Padre de diecisiete hijos fue Benito, su padre!! Cómo sería aquello a la hora de manducar que la comida se servía en dos tandas. Sobrevivieron doce. La familia de cuatro madres y un padre fue muy cristiana.

Siempre he manifestado que la orografía ha sido fundamental para los tejedanos. Las montañas y valles de incomparable belleza que abrazan a Tejeda obligan a sus nativos y a sus habitantes a querer saber lo que hay detrás de aquellas cumbres. Han sido causa de la emigración de la mayoría. El tejedense necesita abrirse al mundo exterior. Quizá por ello, Tejeda siempre se ha sentido orgulloso de ser progenitor de innumerables personalidades de la ciencia, de la eclesiología, de las artes, de la política, de la docencia? De esta amplia nómina de tejedanos ilustres destacan personas como Domingo Hernández Guerra, compañero del Premio Nobel Severo Ochoa y discípulo distinguido del eminente profesor Juan Negrín, a quien sustituyó en la cátedra de Fisiología en la Universidad de Madrid (el doctor Hernández Guerra es autor del primer libro que se escribió en España sobre Bioquímica, libro al que popularmente los estudiantes de Medicina llamaban 'El Guerra'); o Heraclio Sánchez, ya mencionado. En la amplísima relación de profesionales hay oculistas, catedráticos, sacerdotes, religiosos, maestros, artistas y profesionales.

Entre todos ellos surgió Guilllermo Navarro sacerdote salesiano. Recio, como los riscales de Tejeda. Persona amable y exquisita de trato, con la exquisitez del mazapán o del bienmesabe de aquel pueblo al que se le reconoce entre los más bonitos de España. Constante y puntual, como la anual cita de los almendros en flor, los finales de cada invierno. "En mi pueblo éramos tres amigos: Alonso Cabrera Guerra, hijo de la maestra; Efraín Rodríguez Falcón, y yo. El hijo de la maestra nos dijo un día que iba a estudiar para cura. Nosotros le dijimos, "¡pero si los curas no se casan!" Al final, él no llegó a cura y se casó, mientras que Efraín y yo llegamos a ser sacerdotes", y muy buenos y ejemplares sacerdotes.

Una imagen de María Auxiliadora dio origen a una cofradía en Tejeda, cuya presidenta, Jesús Hernández, madre del sacerdote salesiano Luis Hernández, organizaba todos los años una fiesta e invitaba al director de la congregación que llevaba la banda de música del colegio y a un grupo de comedias. Aquel ambientillo le hizo "cosquillas" al chiquillo Guilllermo, hasta el punto que manifestó en su casa sus gustos por ser salesiano lo que sus padres aceptaron con agrado. Hablaron con Jesús y con Antonio y el 7 de enero de 1938 don Guillermo entró como alumno interno en el Colegio Salesiano de Las Palmas. Estudió cuarto y quinto de primaria y en julio de 1939, una vez terminada la Guerra, con sólo trece años, marchó al aspirantado de Montilla de Córdoba. Hizo el noviciado en Jerez, se formó para ser sacerdote y el 7 de julio de 1953, cantó misa en Tejeda.

Estuvo 26 años en La Orotava, como profesor del Colegio San Isidro; 20 años en Las Palmas de Gran Canaria; otros cinco en Córdoba de profesor de la Escuela de Magisterio de la Iglesia; tres en Pozoblanco (Córdoba); y otros tantos en la Universidad de La Laguna, donde se licenció en Geografía e Historia. Después pasó dos años en Ronda (Málaga). Regresó a Gran Canaria y estuvo un año en Teror, en 1955, al abrirse el colegio en la villa. Desde que hace dieciséis años se jubiló, con 74 de edad, se dedica al apostolado del confesionario y a celebrar misas. Docto profesor de Latin, eminente pedagogo de Griego, culto docente de Letras, Guillermo Navarro confiesa que una de sus mayores alegrías fueron los cinco años que estuvo en Córdoba como profesor de la Escuela de Magisterio de la Iglesia.

En la actualidad, a sus 90 años, don Guillermo es el decano de la comunidad salesiana de Gran Canaria. "En mis misas me reafirmo en decirle al Señor que no me explico cómo los jóvenes de hoy no quieren ser curas con la felicidad tan grande que vivo yo ahora, que tengo una trayectoria de 63 años de sacerdote". El periodista que escribe y firma este "¡Envío!" dedicado con todo el amor del mundo a mi director espiritual Guilllermo Navarro está toda esta semana en Andalucía y no podrá asistir a la misa que don Guilllermo concelebrará esta tarde ante María Auxiliadora de Ciudad Jardín junto a sus hermanos sacerdotes salesianos. Don Guillermo es una de las figuras más representativas de la familia salesiana en Canarias, por su singular personalidad, por su obra educativa, de asistencia social y espiritual a través del confesionario hasta el punto que sus exalumnos y parroquianos lo ven y consideran como una de las leyendas de la salesianidad en Canarias. Desde la malagueña Benalmádena van mí abrazo y mi deseo: ¡Felicidades don Guillermo, y a llegar a los 100!

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