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Rubén Reja

El análisis

Rubén Reja

La España de todos

Cuando una parte del todo comienza a enrocarse, mientras el resto de ese todo gira en dirección contraria, la distorsión es necesaria frenarla en seco y sin titubeos. Los ataques secesionistas que sufre España en los últimos tiempos requieren de una respuesta contundente, severa y urgente. Una reforma meditada del Código Penal, sin ambages en su texto, es más que necesaria. La norma penal debe modificarse con el objetivo inmediato de golpear con fuerza la desfachatez y la chulería inherente a esa ciega y dañina ambición independentista. La apertura el pasado miércoles del consistorio de Badalona es una muestra más del descaro del que se hace llamar 'país' catalán. De hecho, el código penal de la Segunda República en su artículo 242 establecía como delito de rebelión, los ataques a la integridad de España y todo lo relacionado con comportamientos secesionistas dirigidos a fragmentar la unidad de Estado. La pena, por cierto, no era broma: de seis años y un día a 12 años de prisión. Este delito, no obstante, se derogó en la reforma del 95. Error de bulto y falta de previsión de nuestros legisladores del que ahora muchos se lamentan y que dejan inmunes a los que sueñan con romper España. Un año más, y ya van demasiados, la Fiesta Nacional vino acompañada del desprecio estéril de parte de las filas de izquierda y el nacionalismo.

El reiterado desprecio a la bandera, a lo que lo que representa y a la nación es un fenómeno único en el mundo del que nos avergonzamos los que creemos en la unidad y en el Estado de Bienestar. Rechazo exacerbado de Cataluña que, sin embargo, está repleto de 'nacionalistos' que no dudan en mamar de la financiación que emana del Estado español del que tanto recelan. La comunión entre populismo y nacionalistas es un incómodo quiste para la democracia, demasiado molesto como para permanecer impasibles. No se trata aquí de imponer por huevos el patriotismo ni la extrema devoción por los símbolos nacionales (Estado, Bandera e Himno) sino de mostrar respeto mayúsculo a la nación española y los valores que, pese a unos pocos, aún representa la España de todos. Una España plural, diversa y unida.

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