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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

La condición masónica de S.

Siempre he pensado que la gestión política ha perdido un mal político con Jerónimo Saavedra, mientras que la institución del Diputado del Común se ha engrandecido gracias a su personalidad conciliadora, transversal y revestida de un socialismo muy humanitario. El Parlamento de Canarias está a punto de hacer el ridículo al tramitar una queja de un ciudadano que considera incompatible su condición de venerable de la masonería con el alto comisionado que detenta. La protesta considera que este cargo honorífico puede rezumar una influencia negativa sobre la acción del Diputado del Común, superior, al parecer, a la pertenencia a sociedades tan honrosas como la Orden del Cachorro, el Museo Canario o el Club de Golf Bandama. No trato de minusvalorar el valor histórico de la masonería, ni mucho menos, pero sí exponer que la condición de socio o de colaborador de cualquier entidad, incluyo hasta una ONG, podría ser tan endilgadora de intereses como una logia masónica. Apartada la piel maligna que Franco aplicó a esta visión del mundo y de las relaciones humanas, quedó claro que la masonería no tiene cuernos ni es una hidra confabulada con el judaísmo internacional para meter una revolución comunista en los países. El administrado que aún ve un poder extraordinario entre los masones que desfilaron en verano por La Palma parece dar a entender con su protesta que Saavedra imparte su función desde el sectarismo, según le ordena un jerarca. La hipótesis enlaza a la perfección con toda la literatura de satanización de los masones, se adentra felizmente en la campaña difamatoria, se une de forma hipócrita al obispo nivariense (que prohibió una misa a los militantes en La Palma por contravenir las reglas católicas)... Es decir, toda una horchata de sinsentidos a lo largo de tantos y tantos años que el Parlamento de Canarias pretende ahora estirar con una especie de juicio sobre la condición masónica de Saavedra. De verdad, es hacer el ridículo.

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