Gentrificar es cambiar las condiciones y equipamiento de un barrio para atraer inversiones adicionales. Generalmente se crea un equipamiento estrella, Acuario en este caso, y luego viene el clúster; el resultado es la elitización del barrio, con la expulsión de sus vecinos.

Se critica que no hay un Plan Estratégico en el Istmo y que vamos a ritmo de ocurrencias de Cardona con el Acuario y luego de Ibarra, Augusto y Doreste con el resto del Cluster: hotel, teleférico, taller de megayates, con sus equipamientos (parking de superficie, pasarela?) ofrecidos gentilmente por los lacayos políticos, pero la forma y el método en que van soltando sus ocurrencias da a entender que sí hay al menos una hoja de ruta, aunque nada transparente ni participativa; incluso Pedro Quevedo ha manifestado haberse enterado por la prensa, aunque Hidalgo y Doreste han reconocido que lo sabían "desde hace tiempo". ¿Lo sabía el Concejal de Participación? Y si lo sabía, ¿por qué no propició el debate ciudadano y de profesionales en torno a un tema estratégico vital para la ciudad, limitándose a hacer "chuche-referéndums" y mandarnos al colegio?

¿Existe un Plan de ATI, encabezado por Kiessling y dirigido por su empleado José Carlos Francisco, consejero de Hacienda con Hermoso y Presidente de la Confederación de Empresarios (COE) de Tenerife, para tomar posiciones en Gran Canaria? Primero fue el Acuario, vergonzosamente apoyado por el antiguo y el nuevo gobierno municipal, que ha tenido la desfachatez de aprobar que Las Palmas sea una ciudad sin espectáculos con animales en recintos móviles (circos), pero que sí se permitan en recintos fijos (zoológicos, acuarios...). Esto ocurre para preservar los intereses inversores de Kiessling, y contradice las mociones aprobadas en las otras tres grandes ciudades canarias: Santa Cruz, La Laguna y Telde, que sí aprobaron la prohibición de todo tipo de espectáculos en consonancia con las recomendaciones de la ONU sobre derechos de los animales. El sentido común de la época se opone a una práctica decimonónica y que muchas agencias de viaje o turoperadores (el último TrypAdvisor la semana pasada) han decidido dejar de promocionar.

¿De verdad que servirá de atractivo la pecera de la que el alcalde ha dicho que "será la Joya de la Corona de la ciudad"? ¿Es la mejor tarjeta de presentación de la ciudad la pecera de tiburones que el cónsul de Tailandia quiere endilgarnos? Pronto seremos nombrados en todo el mar conocido como "Los Tiburones de Gran Canaria", ya que somos la ciudad que "No Ama a sus Palmas".

Con todo, lo más grave son los vertidos tóxicos y con riesgo de afectar a la flora y fauna local, como ya ocurrió con el Acuario de Mónaco, que irán a parar a "pozos de vertido" a pocos metros de la que sí es nuestra joya: Las Canteras. Información que pueden cotejar en el propio "Plan de Gestión de Residuos" de "Poema del Mar", que yo sí me he leído.

El Istmo, que debía ser la gran zona de esparcimiento que falta en el Puerto y La Isleta, ideal para eventos y festejos al aire libre como el carnaval, ferias, conciertos, se convertirá en una pared llena de "Cajones de Cemento" en el sentido que denunciaba Néstor: CC El Muelle, acuario, hotel, torres del teleférico y dos naves de la altura del Acuario para el taller de megayates al lado del Castillo de la Luz: todo un despropósito? Y lo que queda, porque una vez en marcha la gentrificación empezará el verdadero negocio de los "tiburones": la especulación inmobiliaria en La Isleta y aledaños. Kiessling ya ha presentado su primer rascacielos e Ibarra, Hidalgo y Doreste se han apresurado a aplaudir y mostrar su "interés". Cardona estará contento. Más de lo mismo.