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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Espaguetis para uno solo

La proyección de futuro que lanza el Instituto Nacional de Estadística (INE) para el movimiento poblacional español dibuja unos hogares donde el individuo se queda dormido ante el televisor y no hay nadie que lo despierte para que se vaya a la cama. Peor todavía es con un infarto miocardio: sólo el olor nauseabundo avisa al vecino, pues pueden pasar los días y nadie se entera de que hay un fiambre. Los porcentajes anuncian un mundo de solitarios, de hogares unipersonales, y como consecuencia de ello, imagino, un crecimiento de todo tipo de mascotas comunicativas que progresivamente adoptan las costumbres humanas: sentarse en la mesa para comer, atender el portero automático, encender la vitro o poner en marcha la lavadora. Una día a la semana, tantos y tantos solitarios programan un encuentro para hablar de sus respectivas soledades, de lo complicado que es encontrar a alguien en la calle, de la última bolsa de lechugas antifamiliar, de remotas cenas en las que participaban abuelos y sobrinos, del libro que se cayó de la biblioteca y retumbó sobre la tarima en el silencio espectral de la casa... Crecen las manías: los debates se alargan sobre la calidad del ruido del zumbido del mosquito, la hora exacta en que pasa el camión de la basura, la puntualidad del sonido del escape de la moto del vecino, de lo molesto que es el parpadeo del fluorescente del garaje... El INE no entra en tantos detalles, aunque determina que de aquí a 50 años sube el índice de gente a la que la dinámica de la vida la ha convertido en solitaria o bien opta por vivir sola para que nadie le manche el mármol del baño ni tenga que extraer pelos de otros de los sumideros del plato de ducha. ¡Vete a saber cuáles son las resistencias! El colectivo de los unipersonales tiene, entre sus preferencias, preguntar al que lleva un ritmo colectivo sobre cómo se lo hacen, cómo cocinan los espaguetis para cuatro, cómo llenan el congelador, cómo les llega el sueldo hasta final de mes, cómo aparcan el coche familiar... Y luego se van a sus panteones a hablar solos.

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