La Provincia - Diario de Las Palmas

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Rubén Reja

Etílico engaño

El éxito está anclado al trabajo. La perseverancia diaria, la entrega y la dedicación plena son claves para alcanzar los objetivos marcados. No existe otra manera de alcanzar los triunfos que practicar la cultura del esfuerzo.

Tanto en la vida como en el deporte, el sacrificio debe ser parte del ADN de las personas. Individuos que en algunos casos cuentan con la suerte de poseer un talento innato que les diferencian del resto. Esas cualidades mezcladas con compromiso dan como resultado la satisfacción personal y la dulce sensación de la tarea finalizada.

Desaprovechar el talento es un insulto y una falta de respeto absoluta para otros que tienen que esforzarse al máximo y multiplicar su sudor para tratar de llegar al mismo punto.

Algo de lo que es muy consciente el entrenador de la UD Las Palmas, Quique Setién, quien reclamaba esta semana a sus jugadores "más intensidad en el entrenamiento, ¡hostia!".

El bueno de Setién sólo puede dirigir con mano dura los entrenos, porque en lo referente a lo que algunos de sus jugadores hacen después de pisar el césped es misión fallida y se le escapa de su dominio.

Una vez más, y van demasiadas, las marchas nocturnas de jugadores de la plan-tilla de la UD son una imperdonable mofa al entrenador, a la entidad y a los aficionados.

Al margen del Estadio de Gran Canaria, varios miembros del equipo han encontrado su particular cancha de entreno en los bares.

Da igual que se vayan de fiesta en los días de descanso, como sucedió el pasado sábado de madrugada. Ese cretino argumento es tan atávico como irreverente. Las otras copas de la UD Las Palmas son un menosprecio a los colores y a la grada, que no se merecen este etílico engaño.

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