Esta primera Semana se ha ido a los once dias consecutivos en espacios de toda la Isla. Dieciséis conciertos a cargo de 29 corales, grancanarias en su mayoría y alternadas con otras procedentes de Euskadi y Dinamarca, describen la feliz convocatoria que celebra el 10º aniversario del Coro de Cámara Ainur, organizador con apoyo de una veintena de empresas e instituciones, entre las que destacan el Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Promuscan. Probablemente sea nuestro más importante encuentro polifónico, no solo de interpretación, también de composición con el paralelo concurso #C4Canarias que aporta novedades al repertorio en la explícita memoria de Juan José Falcòn Sanabria. Todo un éxito de gestión.
El programa del martes reunió en el Paraninfo al coro anfitión y al danés Vor frue cantori (Coro de Nuestra Señora) dirigido por Povl Ch. Balslev, ganador a su vez de uno de los premios del concurso con la Canción de Empédocles (texto de Pedro Lezcano) incluida en el programa. Son 16 voces bien educadas en la entonación y el empaste, armonizadas en volumenes ténues y fieles a una disciplina clásica y refinada, siempre clarificadora de las lìneas de polifonía en temas religiosos, tradicionales y académicos -entre ellos una preciosa muestra del glorioso Carl Nielsen-, bien medido en onomatopeyas y efectos de color. Muy gratos y relajantes, fueron cálidamente aplaudidos.
Depués de unirse brillantemente al Ainur en el intermedio, fue de éste la segunda parte del concierto. De la amistad, de Misael Gutiérrez, Premio Promuscan del concurso, abrió los mejores momentos de la noche. Con su directora y también soprano, Mariola Rodríguez, las 20 bellas voces que lo integran dieron testimonio de un progreso ambicioso de perfección. Magníficos en sus muchas facetas interpretativas, desde el rigor clasicista hasta el creativismo en los motivos populares, mostraron un saber estilístico sencillamente admirable. Es, sin duda, el mejor conjunto no profesional de Canarias, una joya que merece general respeto y gratitud por la vitalidad sonora y gestual de sus versiones, la alegría, el humor cuando toca y el instinto de la diversidad en recursos tan sorprendentes como el de acompañarse con una "filarmónica de agua" o casi danzar el gospel y los ritmos más calientes. Ovaciones interminables.
