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Elizabeth López Caballero

Malos tiempos para los jóvenes

Por todos es sabido, que según muchos expertos, como puede ser Schujman, estamos estancados en la conocida Generación Ni-Ni (a lo que Schujman llama el segundo útero). Una generación donde los jóvenes ni estudian ni trabajan, lo que se llamaba desde los tiempos de mi abuelo: "aquel que no tiene oficio ni beneficio". Y sé, a ciencia cierta, que los hay. Pero también sé, por la parte que me toca, que hay una generación a la que yo denominaría Generación Power Rangers: aquellos con superpoderes que están en posesión de un título universitario, un máster y dos trabajos -donde pasan la mayor parte del tiempo-. Y que al unir los sueldos de ambos da como resultado el famoso salario cebolla -lo miras y lloras-, con el que vivir de forma independiente. Repito, de forma independiente el que tiene dos trabajos -en el noventa por ciento de los casos en uno de ellos no está asegurado- que le permite cierta solvencia económica, siempre y cuando no se salga del menú de leche con gofio. Porque el que sólo tenga un trabajo -si corre con la suerte de tenerlo- sigue viviendo con sus padres a pesar de tener treinta años, y su salario es el Guadiana -aparece y desaparece-.

"Es que les ha tocado vivir una época difícil", escucho decir a los más viejos. ¿Difícil? Difícil es escalar el Everest en cholas. Difícil es hacer un puzle de mil quinientas piezas con los ojos vendados. Encontrar un trabajo relacionado con tu formación, en el que te aseguren y te paguen un sueldo digno, es la sexta parte de Misión Imposible. Sí, sé que a muchos esto de estar en un trabajo sin cotizar les parece asombroso. Pero, no. No, lo es. Ahora es la moda. Son muchos los empresarios que se aprovechan de la desesperación y la ilusión de los recién graduados por desarrollar todo lo aprendido durante años, que restan importancia a darles de alta en la Seguridad Social, todo es válido siempre que el rico gane y el pobre pierda.

Pero esto es España, el país sin ley donde todo está permitido. Y todo esto no son más que piedrecillas en el camino. La piedra viene después. Porque no debemos olvidar a todos aquellos que aun deseándolo con todas sus fuerzas, no pueden acceder a la universidad porque no tiene recursos económicos. Lo descrito hasta ahora son las consecuencias de ser gobernados por una panda de ineptos.

Ser español y tener treinta años es muy duro. La sociedad nos tilda de ni-ni por no cumplir sus expectativas. Antaño con esta edad lo normal era tener una hipoteca, un trabajo estable y haber formado una familia. En la actualidad tenemos una formación académica exquisita, vivimos con nuestros padres y no nos planteamos formar una familia. Apenas nos mantenemos nosotros como para alimentar más bocas.

Me entristece mucho ver cómo los abuelos, que llevan décadas trabajando para gozar en su jubilación de una mísera paga, tiene que ayudar a su hijo porque se ha quedado en el paro, y a su nieto porque no encuentra trabajo. Todo esto con cuatrocientos euros al mes. Los abuelos sí que serían unos buenos tesoreros para el país, que estiran un euro hasta que salen dos.

Se nos exige mucho a los jóvenes: carrera universitaria, posgrado y un nivel B2 de inglés para acceder a cualquier puesto de trabajo. Mientras que una conocida exalcaldesa de Madrid suelta perlas del tipo: "Relaxing cup of café con leche in la Plaza Mayor". ¿Qué hacemos ante esto? ¿Un suicidio colectivo? Pues no. Tampoco la Botella es para tanto ni nosotros para tan poco. Ponemos solución cogiendo las pocas cosas que nos pertenecen y emigrando a otro país que nos valore, nos dé de comer y nos arrope la cartera con un buen salario. ¡Qué triste cuando te echa tu tierra! ¡Qué triste cuando te escupe como escupe la marea el piche hasta la orilla!

Pero, insisto: esto es España. Un país sin Gobierno y con mucho mangante suelto. Sí, suelto, porque a la cárcel no van. Un país donde un 0,5% de los españoles -según las últimas estadísticas- considera que la situación de España es buena, ¿en qué demonios piensa ese 0,5%?

Volviendo al principio del artículo, no creo que lo más preocupante de la sociedad actual sea ser un ni-ni. Lo realmente alarmante es que nos están obligando a serlo al privarnos de oportunidades.

Este tema trae a mi memoria la acertada frase de Tomás de Aquino: "Timeo hominem unius libri". "Temo al hombre de un solo libro..." Y he de decir, que yo también.

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