El PSOE ha decidido retirar el veto que impedía la investidura de Rajoy. Aunque la división del comité federal se reproduzca en el grupo parlamentario y el voto de un número de diputados socialistas fuera negativo, por fin habrá gobierno en España. La decisión adoptada por el partido, impulsada en primera persona por el presidente de la gestora, tendrá el efecto inmediato de desbloquear la situación política. De esta manera, ya no habrá nuevas elecciones en diciembre. Por ser ajeno a la tradición política española y por la incomprensión con que ha sido recibido entre las bases socialistas, el giro dado por el PSOE a su posición política en relación con el PP adquiere un significado que solo el tiempo permitirá apreciar en todo su valor.

Por el momento se impone la prudencia. La abstención del PSOE asegura la investidura de Rajoy y, por tanto, la formación de un gobierno, pero no garantiza la estabilidad de ese gobierno, la gobernabilidad y, en consecuencia, la vuelta a la normalidad política. El presidente de la gestora lo ha dejado muy claro. La resolución apoyada por una holgada mayoría del comité federal propugna la mera inhibición del PSOE ante la candidatura de Rajoy y la justifica con la idea, por un lado, de facilitar el buen funcionamiento de la democracia española, y, por el otro, de no perjudicar la imagen ni las expectativas electorales del partido. En el documento se hace una enumeración de las políticas que promoverá el PSOE en el parlamento mediante eventuales alianzas con otros grupos. Sin embargo, no hay en él referencia alguna a una negociación o un pacto con el PP. Así pues, la abstención despeja el bloqueo institucional, pero configura un panorama político muy problemático. El PSOE ha decidido abstenerse sin plantear exigencias, condiciones ni contrapartidas, por el simple hecho de no convertirse en el gran obstáculo de la política nacional.

Tras la votación del comité federal, y aún más allá del siguiente paso de los diputados socialistas, el que debe llevarles a fijar su voto en el Congreso, se abre la incógnita sobre las posibilidades del gobierno del PP, dado que será un gobierno en minoría, apoyado por el grupo parlamentario más reducido en comparación con todos los gobiernos anteriores, en el parlamento más fragmentado de la democracia. El PSOE puede hacer fructífera la legislatura, si decide entrar en una política de intercambios con el PP, o puede frustrarla, si atiende las presiones de un amplio sector de sus afiliados y opta por una actitud inamovible en la oposición, en competencia con Podemos.

Los términos en que está redactada la resolución aprobada no definen la estrategia del PSOE. En realidad, esa será la tarea principal de la nueva dirección del partido que surja del próximo congreso. Minutos después de la votación, Pedro Sánchez daba señales de estar preparado para dar la batalla. Mientras, los socialistas andarán debatiéndose entre los requerimientos del país y el desorden interno, entre su inclinación natural a practicar una oposición frontal al PP y la amenaza, muy cierta, de elecciones anticipadas. No se olvide que el fracaso en el intento de formar el gobierno del cambio aleja la posibilidad de una moción de censura suscrita por los mismos partidos que entonces no consiguieron ponerse de acuerdo y que Rajoy, una vez investido, tendrá en sus manos el calendario político y podrá adelantar la convocatoria de elecciones. El PSOE necesita tiempo para reorganizarse, pero ese es un bien que el día de la investidura pasará irreversiblemente a estar administrado por el gobierno del PP. Se abre una legislatura idónea para funambulistas.