Cada trimestre me siento obligado a recordar que Guerra y paz son dos excelentes novelas. Aporto así mi óbolo para alimentar a los abnegados cazadores de incongruencias. Fotografían el artículo con el móvil, lo subrayan, le añaden muletillas hirientes con finura, "vaya con...". El sacrificio es mínimo, por comparación con la paz interior que aportas a los infelices desde el altruismo radical. Si alguien quiere satisfacer las ansias de los inquisidores de la red, le recomiendo que sea absurdo y palmario. El nivel de localización de un error también se ha rebajado con internet. Por ejemplo, si hablo de "Guerra y paz, la obra maestra de Tolstoi", disminuye apreciablemente el número de puristas que detecta una posible infracción literaria. Y también baja por reciprocidad nuestra presencia en Google, no nos lo podemos permitir.

Si me refiero con desparpajo a "Vronski, protagonista de Guerra y paz", la tropelía no suscitará la mínima vibración en la red. Hay que facilitar la tarea, "la celebrada novela Don Quijote y Hamlet". Se necesita arriesgar la propia fama, si la hubiera, para saborear la furia implacable de los roedores de equivocaciones ajenas. Pertenecen al género de personas que no solo darían la vida por atrapar a un asesino, sino que incluso le facilitarían el asesinato con tal de descubrirlo y escarnecerlo a continuación.

A fuerza de investigar qué tipo de convicción sobrehumana se precisa, para fotografiar un incómodo fragmento de papel de periódico donde se habla de "las novelas Guerra y paz", he alcanzado una conclusión tranquilizadora. Los vigilantes no persiguen al errado o al hereje para saciar sus instintos punitivos. En realidad, y como la mayoría de quienes vivimos fuera de Tele 5, solo quieren encontrarle sentido a la propia existencia. Superados por el desorden del cosmos, que paradójicamente significa orden, piensan que matar una errata es una labor higiénica. Por eso les digo con Voltaire que no estoy de acuerdo con sus ideas, pero daría la vida y todas los deslices que sea menester para que puedan defenderlas. Salvo que la frase de marras no la dijo Voltaire, ni Tolstoi. Ni siquiera figura en Guerra y paz. En ninguna de las dos.