Las supuestas explicaciones de los cargos públicos y militantes de la organización de Podemos en Gran Canaria que han decidido darse de alta en Sí se Puede no explican absolutamente nada. Ni eso de las "biografías compartidas en tantas luchas comunes", ni el objetivo de crear una "marea canaria" (sic) que propicie un verdadero cambio político ni mucho menos el recuerdo de una obviedad reglamentaria -Podemos admite, al menos de momento, la militancia simultánea en otras organizaciones políticas a sus afiliados- explican, en definitiva, las razones de Juan Manuel Brito y María Nebot y otras integrados en el gobierno del Cabildo de Gran canaria, para entrar precisamente ahora en Sí se Puede.

Alternativa Sí se Puede es una laboratorio político que, en marcha desde hace más de quince años, se hizo un hueco político-electoral en Tenerife pelándose los ñames por asociaciones de vecinos, barrios y medianías en unas condiciones francamente precarias. Más que un punto de confluencia fue un espacio de refugio, aleccionamiento y praxis de nacionalistas de izquierdas, independentistas, ecologistas y ecosocialistas que creció, precisamente, gracias a la atención a los problemas concretos de los ciudadanos y a su discreción ideológica. Su flexibilidad organizativa y cierta autonomía operativa impidieron cuajar grandes liderazgos, pero era evidente que, junto a un puñado de nombres relevantes, se reconocía la autoridad de Fernando Sabaté. Sí se Puede presentaba todas las credenciales para jugar el papel que en las elecciones locales de 2015 Podemos decidió que jugaran. Pablo Iglesias y los suyos optaron por no presentarse a esos comicios y apoyar a fuerzas afines que compartieran un programa de izquierda rompedora homologable. Y así consiguió SSP una cuota de poder institucional que jamás habrían soñado, transformándose de facto en la franquicia de Podemos en Tenerife, sin despertar mayores preocupaciones entre pablistas o errejonistas, aunque los círculos ciudadanos hayan quedado desactivados, cuando no han desaparecido. En Gran Canaria, en cambio, Podemos se debió construir sobre el minúsculo sindicato de Meri Pita con la adicción de venerables figuras de las izquierdas carbonizadas por la Historia y un amplio elenco de activistas de prestigio impecable en la sociedad civil grancanaria.

Juan Manuel Brito y algunos de sus compañeros han decidido pasarse a otro partido porque no pueden destruir a Meri Pita como secretaria general de Podemos ni a su círculo de hierro. Aprovechando la doble militancia se dedicarán a hostigar a la dirección de Podemos sin dejar de militar en Podemos y contando con otra organización como balsa -Sí se Puede- si finalmente todo acaba en el hundimiento definitivo del podemismo en Gran Canaria. Y estas son, disculpen ustedes, las víctimas que se resisten heroicamente al despotismo leninista de Pita y sus malvados adláteres. Porque hay que tener un cuajo oportunista perfectamente descriptible para emprender esta operación a pleno día con la sonrisa de un mundo mejor pintando las caras. Y me refiero tanto a la jeta del señor Brito como al hocico del señor Sabaté.