Además de la prostitución, a pesar de las cámaras de vigilancia instaladas por la Delegación del Gobierno, el trapicheo es ya una cosa normal. En las esquinas se mercadea, nos aseguran, con la misma naturalidad con la que se ocupan casas terreras abandonadas y sin los más mínimos requisitos sanitarios. Los okupas, a falta de váter, utilizan los contenedores de basura. Un panorama que aumenta, en fin, sin que por el barrio se vean policías.