Nos lo han dicho por activa y por pasiva pero no nos terminamos de convencer de que ya nada va a ser como antes. Cuando nos habíamos acostumbrado a vivir por encima de nuestras posibilidades, va a ser harto difícil que renunciemos a un estado de bienestar que habíamos creído que era un derecho inalienable. La época en que parecía que el dinero 'lo tiraba un helicóptero' ya pasó. Ahora nos toca vivir de acuerdo con una realidad que nunca supimos ver porque no interesaba. Hemos asistido a una época de despilfarro y los que tenían que decir algo se han callado retroalimentando esta crisis para después perseguir al ciudadano de autonomía en autonomía, donde se dilapida el patrimonio y llegado el momento no podremos pagar ni los intereses.

Lo más triste es que hace tiempo que habría que haber reformado varios estamentos de los diferentes gobiernos pero, claramente, los que tenían que hacerlo ni lo hicieron ni lo harán ya que son ellos los que están encantados con que nada cambie. ¿Dónde ha quedado la reforma de la administración y de la ley electoral? ¿Para cuándo acabar con los aforamientos?

Desde Alemania nos repiten machaconamente que aun estamos en la UVI y que nos queda mucho camino por recorrer y, lo que es peor, desde aquí nos tememos que la capacidad de sufrimiento habrá que estirarla como un silicio sobre nuestros hombros. El Estado no suelta lastre, por el contrario, parece que tenga la tentación de engrosar las cuentas del gasto y nos encontraremos pagando la factura durante varias generaciones.

Una cosa es el sistema democrático otra, bien distinta, el desparpajo con que algunos se han despachado aprovechando las facilidades que el propio sistema pone a su disposición. Es increíble cómo algunos políticos buscan las explicaciones más peregrinas para justificar lo injustificable sobre sus sueldos, prebendas, privilegios y demás prerrogativas, intentando convencernos que son inherentes al cargo porque, de ninguna manera, están dispuestos a renunciar a ninguna de ellas. Les da igual lo que les pregunten, tienen siempre la respuesta preparada para hablar de los demás, porque lo que es de ellos ni se lo plantean. Hablan por boca de ganso, perdidos en discusiones estériles, sobre cosas que no saben y entremezclado citas de autores que no han leído por lo que ni tan siquiera contextualizan.

Ahora, llegado el momento en que parece que se va a formar un gobierno en minoría , el Partido Popular va a tener la oportunidad de poner a prueba su capacidad para negociar con el resto de partidos, para llegar a acuerdos que redunden en beneficio de todos los ciudadanos. También, por supuesto, al resto se les va a poner a prueba y se verá si de una vez por todas nos vamos pareciendo un poco más a Europa.

No se lo van a poner fácil a Mariano Rajoy a pesar de los pactos que sobre diferentes asuntos se han puesto sobre la mesa. La oposición, incluido Podemos, tendrá la oportunidad de demostrar su capacidad para proponer asuntos razonables. La cólera del español sentado se puede hacer patente y mandar al ostracismo político a los que utilicen el "no" como respuesta permanentemente a los problemas. De momento, el pasado jueves en la sesión de investidura, Pablo Iglesias invocó al "Callejón del gato" de Valle Inclán para meter a Felipe González, José M. Aznar y a Juan L. Cebrián como representantes del esperpento sin apenas darse cuenta de que es él el auténtico protagonista de la obra de Valle.

Hay muchos políticos de nuevo corte que han aprendido muy rápido a hablar sin percatarse de que van atener que pasar muchos años para aprender a callarse.