Para desentrañar la etimología de esta expresión de origen rural, conviene aclarar el significado de los términos 'cañada' y 'macho'. Sobre la voz cañada, dos son las acepciones registradas en Canarias. Una más usual que se aparta de la voz castellana y que hace referencia a una característica de la orografía isleña. La cañada es -en el español hablado en Canarias- una barranquera o barranquillo pequeño por donde ocasionalmente corre el agua de lluvia, es decir, una pequeña depresión o especie de vaguada que facilita la escorrentía (en realidad, sin llegar a considerarse barranquillo, si quiera). Sin embargo, esta acepción dominante no excluye el otro significado (casi en desuso) como vía de paso del ganado y que se avecina al castellano, con la matización que la cañada no cuenta en las Islas con las mismas características ni dimensiones que la regulada en otros lugares como servidumbre de paso pecuario. Algunos textos antiguos y topónimos genéricos revelan el uso de este castellanismo como lugar de paso del ganado trashumante (que puede coincidir también con el camino de herradura). Es este el sentido que parece contener la expresión que comentamos, ya que 'el macho' -en Canarias- es por antonomasia el macho cabruno. Y por tanto, estamos hablando de lugar de paso del ganado o vía pecuaria. 'El macho (de) las cañadas' -donde la preposición 'de' queda habitualmente suprimida en la expresión oral- nos traslada la imagen significante del macho en estado asilvestrado o domesticado, como parte del ganado trashumante, que campea libremente y a sus anchas por las cañadas al paso de las cabras. Ser alguien el macho de las cañadas tiene el valor, en lenguaje figurado, que se le atribuye a un hombre que blasona de ser muy macho o muy conquistador o que viene precedido de tal fama. El determinante 'el' invoca precisamente el brío, el carácter singular del macho que ronda sin rival que le haga sombra. Y es este el sentido alegórico que traslada la expresión: ¡Aquí viene el macho (de) las cañadas!