Hurgar en las estadísticas del paro no es igual que hacerlo en la venta de coches o en la variación de precios. Todos son números, sí, pero detrás de las cifras del desempleo hay personas con dificultades, que ni compran coches ni apenas cualquier otra cosa.
Pero hay que medir. Y son los fríos datos del ministerio de Empleo los que cada mes van al caldero. Los últimos de octubre registran 232.874 canarios inscritos como demandantes. Cerca de 2.000 más que el mes pasado aunque 14.000 menos que en octubre del año anterior.
Nada de lo que sacar pecho y mucho de lo que avergonzarse. No sólo por tratarse de una cifra espeluznante de parados sino por lo que encuentras cuando bajas al detalle: puestos de trabajo que asoman y que en cuanto oyen la palabra indefinido se giran haciendo la cobra.
Y ahí se queda la oferta temporal. Aquella con la que tirar algunas semanas o, en el mejor de los casos, encadenar un par de meses. Así lo aseguran los datos sobre el empleo que generó Canarias durante el último año: no llegó al 12% el indefinido y más del 88% fue temporal.
Lo que viene a ser que, a pesar de aumentar la ocupación, la incertidumbre haga que en el top de ventas sigan la mortadela barata, la lata de atún de oferta y la ropa de segunda mano. Todo ello sin olvidar la dirección de la oficina de parados más cercana porque allí habrá, en breve, que volver.
Cierto es que hay más contratos pero también que son de aquella manera. Los acumulados en estos primeros diez meses del año en las Islas superaron los 640.000. De ellos, 566.700 fueron temporales, toda una señora cifra para coronar la precariedad y la inestabilidad de los que logran un trabajo.
Con todo, y aunque no es un consuelo, no somos los peores que estamos. La media española de las contrataciones llamadas si te he visto, no me acuerdo supera el 91%. Pequeñas alegrías de poco recorrido porque desciende, como viene siendo habitual, el número de personas protegidas por la prestación de desempleo.
Como también disminuye la cuantía mensual para llevar a Canarias otra vez a la cola. Somos la cuarta comunidad autónoma donde se cobra menos por la prestación con una media de 757 euros, lo que no es precisamente un pastón para cubrir las necesidades básicas de una familia siempre y cuando la reciba, claro.
Con este panorama, sólo la economía sumergida y el apoyo familiar -además de una infinita bondad y resignación cristiana- puede explicar que la gente no salte al cuello de los gestores públicos que cargan su pechera llena de medallas cuando hablan de los nuevos datos.
Es verdad que la economía está generando empleo pero presumir con las cifras que tenemos ya no sólo es indigno sino manifiestamente reprochable. Máxime cuando tener un empleo todavía cuesta lo más grande, en Canarias cobramos los sueldos más bajos de España y el trabajo estable se comporta como una cobra: se gira, voltea y pocos la trincan.
