Ala hora de evaluar el bienestar de un país es posible aplicar distintos criterios; el más común suele ser el del salario medio. Aunque es una cifra significativa no parece tener en cuenta las posibles desigualdades de la sociedad. Así por ejemplo una cifra alta como la de los EEUU puede ocultar la inmensa deuda que la parte rica tiene contraída con la parte pobre, pues el salario mínimo no refleja la relativa abundancia del norte en contraste con la pobreza de algunos estados sureños. Inversamente, en una nación como Suecia, donde los ingresos de los más ricos no son abismalmente más altos que los de las clases menos favorecidas, esta vara de medir puede ser más apropiada.

Por supuesto que existen criterios para todos los gustos; el precio de un producto o un servicio común a toda la sociedad podría ser aplicable: ¿por qué no un corte de pelo? ¿o bien lo que nos cuesta un café con leche en la barra de un bar? En una sociedad como la occidental nos pueden ilustrar sobre el poder adquisitivo de los distintos países de la misma. Pero también adolecen de grandes limitaciones: un corte de pelo representa sobre todo mano de obra, y la libre circulación entre naciones tenderá a igualar dicho coste globalmente, por lo menos a medio y largo plazo. De igual modo que la costumbre europea del cafelito casará poco con la costumbre del té a la menta de otras latitudes.

Por todo ello yo quisiera romper una lanza a favor de un sistema de evaluación de un país que consiste en calcular cuántas unidades de un producto universal se pueden adquirir con el traba- jo de una hora, partiendo del salario mínimo.

El producto más representativo puede ser el Big Mac, o sea la hamburguesa estrella de Mc Donald's, la mayor cadena mundial de comida rápida. Al estar implantada en la casi totalidad del globo y constituir su hamburguesa de dos pisos el icono de una comida rápida y barata conocida y consumida en todo el orbe, nos encontramos ante un producto que reúne los requisitos de uniformidad y universalidad pertinentes.

Por ejemplo para 2016 nos encontramos con que el trabajo de una hora de un asalariado de Luxemburgo a sueldo base le da para comprarse 2,6 Big Macs.

En Turquía por el contrario, un trabajador contratado en similares condiciones y trabajando durante una hora no alcanzaría sino para 0,9 Big Macs.

En España una hora de salario mínimo daría para adquirir 1,3 Big Macs.

Este sistema de valoración, conocido coloquialmente como "burgernomics" fue implantado por la revista The Economist en el año 1986, y el llamado "Índice Big Mac" se viene publicando anualmente desde entonces.

Aunque también es cierto que este sistema de evaluación del poder adquisitivo, basado en el valor en dólares del Big Mac estadounidense, habría de corregirse de acuerdo con el posible desfase del cambio de la divisa de los distintos países. De hecho precisamente el "Índice Big Mac" se utiliza también en economía para estudiar los posibles desequilibrios entre las cotizaciones de la divisa de un país respecto a la de otros.

Pero hasta aquí llego, y me perdonarán si me abstengo de meterme en más jardines.