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Cada cosa en su sitio

Trump y el cambio en la derecha

Donald Trump es presidente electo de EE UU con holgada distancia de Hillary Clinton en votos populares y en votos electorales. En el mundo occidental sigue triunfando lo inesperado, que es hermano de lo inseguro. El candidato repudiado por los cuadros republicanos se hace con la Casa Blanca y dispone de cómodas mayorías en las dos cámaras del Congreso. El estupor inicial se disuelve en un interrogante planetario: ¿qué presagia esta victoria? Las estructuras y las filosofías de todas las democracias quedan cuestionadas por un heterodoxo que lidera desde ayer la dinámica del cambio en la derecha, mal entendida y peor aceptada por el stablishment de las naciones libres.

Un multimillonario que, según parece, explota a miles de empleados y no paga impuestos, tiene el voto de los descontentos que perdieron nivel de vida por la crisis del abuso ultracapitalista . Y un proteccionista tildado de racismo, que quiere elevar muros y cerrar fronteras, rentabiliza el egoísmo de quienes fueron inmigrantes. Sinsentidos y contradicciones en la confusa imagen de un mundo al revés, cuya clave es el descrédito de quienes administran el sistema de justicia, solidaridad y progreso consolidado tras la Segunda Guerra Mundial. El nuevo presidente del país líder del mundo libre es el antisistema de la ideología conservadora, como otros lo son en la esfera progresista, ambos con el denominador común del populismo. En definitiva, malos tiempos para el sistema o para sus gestores, sean o no "previsibles".

Lo inesperado atenta contra la falsa seguridad neoliberal. Los grandes encuestadores y los más respetados analistas han patinado una vez más por no calcular la bolsas del voto oculto, cada vez más determinantes. Aún en los empates de los dos candidatos, todos seguían apostando por Clinton. La variable del voto oculto castiga el dogmatismo elusivo e impone el cambio de los esquemas de consulta y sondeo; pero, sobre todo, señaliza un cambio de actitud que responde a la necesidad de cambiar. La legitimidad de los gobernantes y de sus actos pierde terreno ante la nueva narrativa de lo real. El primer discurso de Trump como presidente ha sido conciliador, pero conviene escuchar más allá de las palabras y no perder de vista las reacciones del heteropatriarcado neoliberal.

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