La sala de espectáculos Bataclan, principal escenario de las matanzas de los atentados de París del 13 de noviembre de 2015, en los que murieron 130 personas, reabrió ayer sus puertas con un concierto de Sting entre estrictas medidas de seguridad. Unas 1.500 personas estaban presentes en el Bataclan cuando comenzó el concierto precedido de un minuto de silencio. Antes de acceder, los espectadores (entre los que había varios centenares de los que habían estado allí mismo el día de los atentados o miembros de sus familias) tuvieron que pasar hasta cuatro controles de seguridad con un dispositivo con decenas de policías armados con metralletas. En representación del Gobierno francés estuvo la ministra de Cultura, Audrey Azoulay, que dijo a la prensa que esta noche el Bataclan iba a ser "la mayor sala de espectáculos de Francia y tal vez del mundo" e insistió en lo "importante" que resultaba que la vida volviera. Sting, que había actuado una vez en el Bataclan, en 1979, ha decidido que sus honorarios se destinen a las víctimas del atentado.