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Teatro 'Corredera'

Réquiem por un fugitivo

Cuando pensábamos que nos habían contado la vida de Juan García Suárez "El Corredera" de todas las formas posibles, que ya habíamos oído todo lo que se tenía que decir de este personaje, ver una obra que muestra la existencia de este opositor al franquismo desde un ángulo nuevo supone un sorpresa mayúscula que nos devuelve la confianza en el teatro.

Convertir la lucha por la supervivencia de un ser humano en un conmovedor canto fúnebre que comienza como una enorme analepsis -partiendo de la identificación de su cadáver hasta que es ejecutado con el método del garrote vil- nos hace olvidar por un momento las implicaciones morales y políticas de su existencia, porque lo que realza es la condición de un hombre que se niega, primero a vivir de rodillas y luego a morir como un perro, precisamente como a los que se oye al principio y al final de la obra.

De esta forma el drama se convierte en una elegía de posibilidades infinitas, en las que la poesía de una historia que es tan universal como la explotación y la privación de libertad supera las barreras temporales y geográficas para convertir este relato en un lamento colectivo que no deja indiferente a nadie.

Pero no todo es drama en esta obra, porque en Corredera también hay espacio para el humor, un humor negro que surge inopinadamente en el momento apropiado y desaparece del mismo modo. De este modo se ven las múltiples aristas de toda historia, superando el maniqueísmo, y mostrando por ejemplo, a Antonio Pildain como un firme opositor a los fusilamientos pero a la vez como un reaccionario.

Con una puesta en escena minimalista y una iluminación tenebrista muy acertadas, se ha envuelto la obra con un manto de misterio, el que surge cuando se mira los trozos de un espejo roto, el de la memoria.

Los actores han realizado una interpretación impactante, imposible describir con palabras, entre la que quizás destaque por su fuerza Yanara Moreno cuando que se coloca frente al público en un monólogo de una energía arrebatadora, la de toda mujer en un conflicto bélico, víctima de una doble opresión.

Desalmadamente heroica y cruelmente hiriente, desde su estreno Corredera de Miguel Ángel Martínez con dirección de Profetas del Mueble Bar se ha grabado en letras de oro en los libros de historia del teatro canario.

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