La Provincia - Diario de Las Palmas

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Sol y sombra

¿Otro fin de la historia?

El mundo da vueltas: por eso todo cambia y de manera tan inesperada. A principios de los noventa, Francis Fukuyama cantaba la victoria de las democracias liberales y el fin de la lucha ideológica tras la caída del comunismo. Hoy, dos décadas después de coquetear con el desastre, las democracias liberales que marcaban el fin de la historia se encuentran en peligro acosadas por el vendaval populista que se alimenta de la demagogia y transmite por tantán a través de las redes sociales. Estos días observamos alucinados la actividad ante el portón dorado de la fortaleza del magnate inmobiliario que ocupará el Despacho Oval. La mirada nos conduce a un inquietante rally del Ku Klux Klan. O, nunca se sabe, a un pogromo. La mayor preocupación actual en las cancillerías es el populismo que aprovecha los resquicios de sufrimiento que deja la historia para intervenir en ella de manera funesta. No exagero si recuerdo que el mejor y más eficaz de todos los populistas fue Hitler. Acechan desde hace tiempo los "nacionalismos étnicos vulgares", que diría Obama, la xenofobia centroeuropea y británica, el racismo escandinavo, la extrema derecha francesa, los patriotas padanos de Italia, los grillos, los chavistas de aquí, etcétera. Podemos no imparte el catecismo de Trump ni de sus correligionarios populistas europeos, pero sí se vale de la misma técnica. No hay que olvidar la pregunta del candidato republicano a los americanos: si querían que gobernase la clase política corrupta o la gente. Desplegar pancartas contra Trump no sirve de nada. Sí, en cambio, las ideas y soluciones para un mundo mejor. Hace falta rearme moral e intelectual para hacer frente al desatino demagógico.

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