Territorio muy delicado el de los plagios, diría que con tanto efecto burbujeante como el que produce la conferencia pagada que el profesor o erudito de turno repite una y otra vez sin darse por enterado de que su proceder es vox populi en el circuito de tribunas. Pero nadie se atreve a decírselo. Con los copia y pega ocurre otro tanto de lo mismo: en seminarios y canonjías universitarias se rumorea, o hasta se tiene constancia, de plagios y frases que transmigran, pero rara vez se da un paso adelante para afear de forma pública la omisión de las fuentes de un libro o investigación. No es como en las novelas: en la mayoría de los casos el plagiador y el plagiado acaban en los tribunales. Por ello no me atrevo a especular sobre cómo hubiese reaccionado Antonio Rumeu de Armas al conocer a través de la prensa que el rector de la Juan Carlos I, Luis Suárez, presuntamente, había utilizado párrafos de su Política indigenista de Isabel la Católica (1969) para su texto De los aborígenes a las Indias del libro Leyes de Burgos de 1512. Así y todo, discreto, elegante, y pleno de autoridad sin necesidad de demostrarla, el catedrático tinerfeño y presidente de la Academia de Historia, autor de Piraterías y ataques navales contra las islas Canarias (1947), no estaría para estos menesteres tan alambicados, nada similares a la rivalidad que tuvo en la Universidad de Barcelona con otro caimán de la investigación histórica, Vicens Vives. Desconozco la categoría de Luis Suárez, sé más de la de su padre, también historiador, por la polémica y obtusa entrada que hizo sobre Franco en el desdichado Diccionario Biográfico de la Real Academia de Historia, un golpe bajo a la democracia. Antonio Rumeu de Armas, que estuvo al frente del Anuario de Estudios Atlánticos de la Casa de Colón hasta que pudo, era un historiador de documentos, buscador insaciable en los archivos, americanista, atlantista indiscutible, puntilloso sobre los viajes de Colón a las Islas... Todo menos verse envuelto más allá de la vida en un burdo caso de presunto plagio. Quién se lo iba a decir.
