Entre 1980 y 2000 se perdió la tradición del papel de Canarias en el mundo occidental. Tres hechos históricos relevantes impactaron de forma notable en la actividad económica mundial. En primer lugar, la caída del Muro de Berlín en 1988 y la desintegración del bloque soviético, que se formó como consecuencia de la II Guerra Mundial, esto dio como resultado la aparición de nuevos protagonistas en la economía europea; el segundo impacto grave fue la guerra del 2 de agosto de 1990, la llamada Guerra del Golfo, por la invasión de Kuwait por Irak; el tercer factor fue la generalización de la globalización por las políticas de Margaret Thatcher y el presidente Reagan. A estas problemáticas mundiales se unió el estancamiento económico, que también afectó a Canarias.

En mi libro Canarias ante el siglo XXI desarrollé la teoría del llamado milagro económico canario. Los datos que quiero destacar son los relacionados con las magnitudes económicas básicas. El llamado Producto Interior Bruto (PIB) por habitante registró las cifras siguientes: el PIB canario pasó en 1980 del 87,1% de la media nacional al 98,8% en el año 2000; el censo de población pasó de 1,4 millones en 1980 a 1,7 millones en el mismo periodo, reduciéndose la población en paro, según la EPA, a 105.097 personas. Formulé, en base a estos datos oficiales, el milagro canario, que se refleja en que en un periodo de doce años (1987-1998) la tasa media anual del crecimiento del PIB fue el 3,65%; la variación media anual del aumento del empleo fue de 8.441 ocupados y la variación media del porcentaje de turistas fue del 10,4% anual. Con estas estadísticas se pone de relieve la sensación dominante en los ciudadanos de que el turismo era la "gallina de los huevos de oro" de nuestra región, a pesar de las complicaciones que señalé antes. Si recordamos que la Organización Mundial del Turismo tenían registrados 54 países como receptores de turismo internacional en sus estadísticas, Canarias, con el total de 10 millones recibidos en 2000, podría ser considerada como potencia mundial en este sector, ya que hubiese ocupado el lugar 19 de listado por encima de Túnez, Marruecos, Egipto y Puerto Rico , por señalar los países más conocidos en esta actividad en ese año.

Pero veremos a continuación cómo nuestro Archipiélago, en mi opinión, pasa del milagro económico' a la estafa monumental. Me refiero a la estrategia de definir el papel de Canarias dentro de la Comunidad Económica Europea. El primer acto de esta tragedia fue la presentación por el nuevo Gobierno español -europeo y democrático, como exigía el guión- de una carta de solicitud de adhesión de España al Mercado Común. Y poco después comenzaron las reuniones oficiales para solucionar la petición. Al mismo tiempo se iniciaron en las dos capitales canarias, con la intervención de todos los organismos públicos y empresariales, las conversaciones para definir y presentar la propuesta de cómo se debería integrar la región en este ente con regulaciones especificas en todas las áreas de la economía. En este momento me tengo que referir, y a él me remito para los estudiosos de esta etapa de nuestra reciente historia, al libro de Armando J. Mateo Flandorfer titulado Canarias en la CEE: Análisis de su integración, publicado en 1986. Como antecedente tengo que incluir ahora la conferencia que, a petición del decano del Colegio de Abogado de Las Palmas, di en el salón de actos el día 13 de enero de 1982 y a la que asistió el ilustre Matías Vega, verdadero defensor de las especialidades históricas. El texto de esa conferencia se publicó en el número 60 de la Revista del Foro Canario y a ella me remito para los que deseen profundizar en mis razonamientos.

Mi posición sobre la cuestión Canarias- Mercado Común era clara y 'tradicionalista'. Frente a las dos opciones que estaban sobre las mesas de discusión y en los más de diez estudios encargados a especialistas económicos por distintos agentes regionales: o integración plena o dejar a Cana-rias fuera de la Comunidad Europea para salvar nuestro régimen histórico.

Analicé y expuse mi tesis, que era, por mi vocación liberal y europeísta -se confirmó con mi asistencia en 1953 a un curso en el Centro Europeo Universitario de la Universidad de Nancy ( Francia)-: integración siempre que los órganos comunitarios aceptaran y respetaran el régimen tradicional de libertad comercial y no aplicación de aranceles e impuestos estatales indirectos a nuestra modesta economía. A mi tesis se adhirieron pronto los responsables de la política canaria Rafael Molina, González Viéitez y José Carlos Mauricio, y demás líderes comerciales y políticos.

Lo único que voy a remarcar de las páginas del referido libro de Mateo Flandorfer es cuando el autor dice (página 23) que , "la idea inicial de quedar fuera de la Unión Aduanera la aportó un técnico comercial del Estado que se encontraba de paso en Canarias", una fórmula sofisticada para referirse a mí.

Obviando todas las fases intermedias, me limitaré al acto de la aprobación por el Parlamento canario, el 1 de diciembre de 1983, del documento final de la llamada opción 2 que el Gobierno de Felipe González presentó en la sesión negociadora de España-CEE el 21 de febrero de 1984. De esta manera se incorporó al Acta de Adhesión de nuestro país a la CEE el Protocolo 2 con sus anexos A y B, lo que suponía el reconocimiento por los técnicos y expertos comunitarios, y luego por los países miembros de la Comisión, de las particularidades jurídicas y económicas de nuestra región, considerándose como Derecho primario e incorporándolo a los textos legales. Considero suficiente la literatura desarrollada sobre esta cuestión y me remito a la obra de A. Mateo citada para los que deseen más detalle de la época. Tengo que señalar, por mis contactos en Bruselas, que nadie se creía que se le fuera dar a nuestra re-gión las excepciones que se le otorgaron en ese documento; probablemente tampoco se lo creían los expertos españoles que participaron en las reuniones, ante la posición negativa de Francia y el Reino Unido. Las razones geoestratégicas e históricas, y el estatus de ser el único territorio africano bajo soberanía de un país miembro, facilitó este privilegio excepcional que se nos concedió en el Acta de Adhesión.

Eso fue en 1985, porque en menos de cinco años los intereses de la plutocracia agrícola canaria y la sumisión de los políticos regionales a las instrucciones de sus jefe de Madrid obligó a que se adoptase como acuerdo en el Parlamento de Canarias la petición de la "integración plena " a la CCE.

El presidente Felipe González en una sesión del Parlamento español se expresó en unos términos chocantes contra los responsables canarios por las dificultades que le estaban planteando el tema canario. Así fue como se puso en marcha el proceso de modificar el Protocolo 2 a cuyo carro se subió la Agrupación Tinerfeña Independiente ( ATI). En mi libro Islas Canarias. Pasado, presente y futuro, publicado por el Cabildo de Gran Canaria en 2006, expongo este "escándalo histórico" con técnicos del Gobierno canario y español, en el que participó el funcionario comunitario Ciavarini.

Por unanimidad se aprobó en diciembre de 1990 la liquidación de nuestro régimen especial comunitario y el Consejo de Asuntos Generales de la CEE refrendó el 17 de junio de 1991 las normas que significaban la plena integración. No necesito comentar lo mal que me sentó este atropello a nuestra historia, organizada por canarios, sin haber abierto un debate como se hizo en 1980, cuando se planteó la posición ante la integración de España.

En el anejo 4 del libro citado actualicé este desaguisado y para que se conserve en la historia canaria y en la mente de todos los residentes incorpore la composición del Gobierno canario de entonces; la relación, con nombres y apellidos, de los diputados de la segunda legislatura ( 1987-1991) del Parlamento canario y la relación de los diputados de las dos circunscripciones canarias en el Congreso de Diputados que "por acción, por omisión o por corrupción" admitieron este atropello histórico. Mis compañeros y amigos de Bruselas me llamaban asombrados por esta decisión contra un estatus que era la envidia de los diversos países miembros y de las numerosas regiones en que está distribuido el Mercado Común. Todo vale, menos someterse al yugo de Bruselas como el que estamos experimentando. El brexit es el ejemplo de la grave situación en que está la Unión Europea por los abusos y excesos de Bruselas.