De manganilla -en Canarias- es sinónimo de casualidad, por suerte, incluso hasta '¡de milagro!', podríamos decir. Esta conocida locución verbal viene usada sobre todo con los verbos escapar(se) y salvarse. La expresión es equivalente en tal sentido a aquella otra que se dice: 'escaparse de chiripa'.

La manganilla se llama -en las islas orientales, al menos- a uno de los aparejos del chinchorro, concretamente al cabo u orinque en el que se atan las boyas al arrastre. El arrastre es la relinga que tiene la boca del copo del chinchorro por su parte inferior. La función de la manganilla es desenganchar el chinchorro en caso de que el copo se quede enrocado en el fondo. Así, originariamente, 'sacar alguna cosa de manganilla' es sinónimo de extraerlo de esta manera excepcional. De ahí -por lexicalización- la expresión ha pasado al lenguaje figurado como 'salvarse o escaparse alguien de manganilla' como 'por pura casualidad', 'de chiripa' o 'de milagro'.

Es equivalente a aquella otra más propia del castellano: 'salvarse por los pelos'. Que curiosamente también tiene origen marinero. Se dice al respecto que hasta principios del siglo XIX era costumbre que la marinería llevase el cabello largo. Ello obedecía a que en caso de infortunio en el mar y de peligrar la vida de un marinero caído al agua (muchas veces, la mayor parte de la tropa alistada ni sabía nadar) podía ser enganchado por los pelos y salvado in extremis. De aquí, lo de salvarse por los pelos o de chiripa (por poco).

La singularidad dialectal no siempre implica una traslación del término o de la expresión desde el dominio de la lengua madre o de la lengua estándar. No se trata simplemente de una traducción o acomodo por efecto o como parte del proceso de aculturación, sino que procede del propio saber experimental que emana de lo universal. En este sentido, podemos decir que lo insular es una manifestación específica o singular de lo universal. No necesariamente hubieron de aprender los pescadores canarios la expresión procedente del castellano: 'salvarse por los pelos' para adoptar o evolucionar hacia la nuestra: 'salvarse de manganilla' (o adecuar a aquella a las propias circunstancias). Muy probablemente se trata de locuciones que nacen de manera autónoma en ámbitos o actividades artesanales paralelas: la marinera o la de los pescadores (o de la mar).

Y es que desde que el mundo es mundo, en todas partes, cuando se faena en la mar, seguramente, siempre hubo alguien que 'se escapó de manganilla'.