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Ciclo 'Cervantes y las Artes'

Ocho creadores canarios y una admirable camerata

A excepción de los Tres epitafios de Rodolfo Halffter, fueron estreno absoluto todas las obras del programa ofrecido por la Camerata Lacunensis en el dilatado ciclo Cervantes y las Artes que desarrollan la Real Academia Canaria de Bellas Artes y la Fundación Mapfre Guanarteme en las dos capitales del Archipiélago, conmemoraando los 400 años de la muerte del autor de Don Quijote. Un alarde de creatividad de los jóvenes compositores isleños, muy bien secundados por el rigor del coro de cámara (14 voces) que fundó hace 23 años y dirige Francisco José Herrero.

Con textos de la genial novela o inspirados en ésta y otras obras cervantinas, escuchamos siete piezas a capella y vimos una performance "para coro que no canta". Lothar Siemens glosó previamente la identidad de los músicos y el carácter de sus creaciones, después interpretadas admirablemente por una Camerata en gran forma de entonación, empaste y equlibrio de las cuerdas, con gratos solos ocasionales. Los autores y sus títulos fueron, por este orden, David Masperi (Amanecer de Don Quijote), Víctor Landeira (Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla), Daniel Roca Arencibia (Tres coros sobre poemas del Quijote), Guillermo Lorenzo (Ladran, that is the question), José Herrero (Por ásperos caminos voy siguiendo, de La Galatea), Tomás Rivero Benítez (In laudem Dulcinea del Toboso), Leandro Ramos (Cantos cervantinos) y Sergio Rodríguez (Marinero soy de amor). Todos ellos presentes en el Aula Magna de Mapfre e identificados con el público en feed back horizontal y cercano.

Es seguro que el aniversario de Cervantes no ha tenido en el mundo un tributo comparable en novedades musicales, signadas en su totalidad por un noble ejercicio compositivo, muy vinculadas en estilo sin menoscabo de los elementos diferenciales y expresivas de un saber polifónico de alguna manera inspirado por una visión idealista del Siglo de Oro y atenido a una pauta académica siempre animada por la personalidad de cada compositor. Gustaron mucho en su integridad, y destacaron especialmente dos: la de Daniel Roca -uno de los lìderes, como pedagogo y creador, de la joven escuela canaria- espléndida en la firmeza del trazo, la madura personalidad de los desarrollos temáticos y la sabiduría de los juegos modales y tonales.

Y también la sorprendente, divertida y muy intencionada performa de Guillermo Lorenzo, perfectamente visualizada por los cantores. El resto del programa fue un mosáico estilístico de gran interés y cualificada escritura. La Camerata y su director, extraordinarios por la versatilidad lectora de un programa íntegramente cantado por primera vez.

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