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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Enunciado: saqueo

Estaría bien que un avispado editor cogiese lo más llamativo y chirriante en torno a la corrupción y lo incluyese en un libro, de manera que queden para la posteridad (o para el aprendizaje) las hazañas de los dedicados a vaciar las arcas públicas. El caso de Las Teresitas, por ejemplo, ya tiene su enunciado en neón: "un saqueo", ha dicho la fiscal a la hora de argumentar sus peticiones para los acusados. Revisada con el paso de los años la calificación proferida en Santa Cruz de Tenerife, los lectores podrían muy bien imaginar que una horda de salvajes penetró en el Ayuntamiento y vacío las arcas municipales. Pero no es tanto la acción, casi como la del pirata que desembarca y busca las riquezas, sino el contraste que surge entre la responsabilidad institucional del que está al mando, revestido por las mejores garantías democráticas, y la fuerza vandálica, estentórea, que se oculta detrás de tildado como saqueador. A la vez que hace el repaso, años después de lo ocurrido, puede acariciar las páginas con el pensamiento puesto en el individuo que trata de llevarse todo lo que puede, que ya no se conforma con lo que le corresponde, sino que se dedica a saquear en colaboración de otros, que mete las manos en el cofre y las saca abarrotadas. La Fiscal le ha hecho un gran favor a la honradez: llamar por su nombre a estos tipos que son como corsarios que alcanzan la plaza principal, queman los archivos de la historia de la ciudad y se llevan la campana de la catedral para fundirla y convertirla en munición. Resulta tan efectivo como hacer una galería de fotos de las horteradas del corrupto (caso Roca en Marbella), con las cabezas de sus piezas de cacería en África sobre la chimenea, y mostrar a los ciudadanos cuál es el objetivo de los que se dedican a saquear las arcas municipales. El saqueador, qué duda cabe, se cree ungido por una fortaleza capaz de arrasar tribunales, pero en pocas ocasiones consigue huir. Muchas veces el saqueo viene a ser el canto de la derrota, la caída en desgracia, y la venganza más mortecina cuando se ve acosado.

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