La Provincia - Diario de Las Palmas

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¿Clásico o siesta?

D esde que han cambiado los horarios de los partidos, cada día el fútbol me irrita más. Las cuatro de la tarde de un sábado no es hora para ver fútbol sino para dormir la siesta bajo el arrullo de algún telefilme de niñeras asesinas de Antena 3, de esos en los que sigues el hilo aunque eches alguna cabezada de vez en cuando en el sofá.

Con el fútbol no se puede porque, por muy aburrido que sea el partido, siempre hay algún pase, algún tiro al poste o alguna falta que el árbitro no ve que provocan los gritos de los míos al televisor obligándote a mantenerte despierta. ¿Y esa fricada de poner los partidos a la una del mediodía? Justo a la hora del aperitivo. Y no es que no me guste el fútbol, lo que ocurre es que me gusta a las 8 de la tarde. Además, no debo ser la única porque he oído a más de uno quejarse del cambio de horario de los partidos por mucho que mi amigo Paco diga que, como a su mujer no le gusta el fútbol, antes no se ponían de acuerdo y ahora ella se acuesta un rato y él puede pasarse media tarde viendo a Messi robar balones. Sin embargo, hasta él reconoce que a veces se pierde medio partido porque se queda frito en el sofá, y que la liturgia que acompaña a los grandes encuentros se pierde con el adelanto horario.

El clásico de hoy, por ejemplo. En mi casa, como en la de millones de españoles, los Barça-Madrid eran una institución. Comes, te duermes un ratito en el sofá y luego te preparas para ver el partido con los amigos o con el cuñado delante de la cervecita, los berberechos y los mejillones en escabeche aprovechando el descanso para sacar las pizzas del horno y, si el berrinche por el resultado no te lo impide, cenar y discutir sobre si lo de Cristiano era penati o no hasta la hora de ir a tomar algo por ahí. Un plan perfecto. Pero ¿y ahora? Ya, ya sé que se puede quedar igual con gente en casa o verlo en el bar, pero no es lo mismo porque, si los fines de semana no puedes echar un sueñecito por la tarde, ¿cuándo puedes?

Y todo este sacrificio para que cien millones de chinos vean los principales partidos de nuestra liga en directo. La apertura de miles de restaurantes y tiendas chinas en España ya apunta en esa línea pero, con lo del fútbol, no hay dudas. No estaría de más ir acostumbrándolos a dormir la siesta pero, entre tanto, vamos a aprender mandarín porque en unos años se van a hacer los amos.

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