Soy un joven madrileño, de 54 años, transplantado hepático, con problemas neurológicos y operado recientemente de un tumor cerebral, que quiere aprovechar estas líneas para estimar la gran profesionalidad y el valor humano de los trabajadores de todas las áreas del Hopistal Doctor Negrín. He estado ingresado en diversas ococasiones en varias áreas de este hospital, luchando contra una batalla titánica frente a las adversidades del cáncer. Fui transplantado en el Hospital Nuestra Señora de La Candelaria (Tenerife), pero en el proceso anterior al transplante y en el seguimiento posterior, siempre me encontrado con la profesionalidad y el cariño de todos los trabajadores del centro en Las Palmas.

Ahora, desde hace cinco cinco años, afronto una lucha contra un tumor cerebral. Me he sometido a tres operaciones que fueron realizadas por grandes profesionales, como el doctor Piñeiro y su equipo de neurocirugía, al cual agradezco su apoyo personal igual que al personal de esa planta. Y también el valor humano de todos los trabajadores, desde las señoras de la limpieza, auxiliares, celadores, enfermeras, personal en prácticas, etcétera. Todos ellos sufren día a día el calvario de lidiar con la crisis ante la falta de personal suficiente para atender las avalanchas de enfermos que entran en planta desde la UVI, RAE, Urgencias o Ingresos.

Esa carencia de trabajadores ocasiona gran incertidumbre, pues hay dos plantas cerradas y muchas habitaciones de otras sin utilizar. Esto ocasiona carreras al personal para preparar las habitaciones -camas, limpieza, etc-. Ante este recorte acometido por los superiores -gerencia y consejería de Sanidad-, el personal es sometido a doblar turnos -ocho, doce y 24 horas-. Y pese a que, a veces, acuden a su puesto de trabajo tras ser requeridos con pocas horas de adelanto -sin importar si pueden tanto por lejanía, imprevistos o vida familiar-, afrontan esa circunstancia con una gran sonrisa en la cara y unos buenos días en la boca, detalles que sirven de gran apoyo al enfermo.

Este personal, con las pilas siempre puestas y buenas vibraciones, realiza su trabajo con gran valor humano, lo cual no está pagado ni con todo el oro del mundo, pues ellos son el único apoyo que tenemos los enfermos ingresados. Así, gracias a esa profesionalidad y ese cariño, nuestros problemas son más llevaderos y agradables. Yo doy las gracias, en mi nombre y demás enfermos, por este apoyo -tanto personal como profesional- brindado.

Quiero agradecer también la gran profesionalidad de las áreas de rayos (doctora Hernández), ecografías y escáner. Y, por supuesto, la gran profesionalidad y los ánimos recibidos por la consulta de hepatología de transplantes y digestivo, consulta que sin dos grandes profesionales como el doctor Quiñones y la enfermera Rita no existiría. Allí, con más enfermos, con más recortes y con menos personal médico, frente al colapso por el aumento del número de pacientes, ellos intentan salir adelante con toda la profesionalidad del mundo.

Todos estos problemas, presentes en muchas áreas de este hospital, no son algo aislado; son un problema general en todos los hospitales del Archipiélago. Y esto es algo grave y que deberían subsanar las gerencias y direcciones de los centros junto a la consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, pues todo esto lo sufren los pacientes y el personal de todas las áreas de estos hospitales.

A todos, de corazón, muchas gracias por el apoyo que me han brindado, tanto a mí como a los demás enfermos ingresados en el Hospital Doctor Negrín. Gracias.