David Pérez, el alcalde de Alcorcón, se levantó una mañana en plan normal, pero se acostó por la noche metamorfoseado en machista. No se lo esperaba, la verdad, fue un palo. Porque, como ha repetido mil veces desde entonces, conoce a muchas mujeres y trabaja con muchas mujeres también, lo que de facto te hace pasar con nota cualquier test de igualdad. Los machistas, como es bien sabido, no conocen a mujeres ni trabajan con ellas. Es por ello que se reproducen por sus huevos. Son ovíparos.

A lo que iba, que hace más de un año este señor participó en la inauguración del VI Congreso Nacional de Educadores Católico, grabaron los discursos, alguien pilló sus momentos estelares y lo colgaron en el internet. Con perlas como que el feminismo que había llegado a nuestra época es radical, totalitario, y que había traído muerte y tristeza. Según explicó, muchas de las mujeres que lo defendían eran (aquí se vino arriba) frustradas, amargadas, mujeres rabiosas y fracasadas como personas. Como ven, no se dejó nada dentro.

Ante las críticas grabó un vídeo de disculpa. Pero en él también dijo que era un complot, que habían manipulado sus palabras. Así que busqué el vídeo sin cortes y me lo tragué entero, no vaya a ser que el muchacho en realidad estuviera diciendo... no sé, que no se deben mojar los chipirones en el café con leche, por ejemplo. Pero tras verlo sólo puedo decir: agüita Paquita. Todavía peor. Si en el extracto se ve que se le había calentado el pico, en el vídeo original se nota que se quedó pelo pico-pico pata.

En el completo, el alcalde habla también del aborto. Dice que el cuerpo de la mujer, por culpa del feminismo, se ha convertido en "una sala de ejecución de cientos de miles de niños. Y de niñas, también hay que decirlo". Define el aborto como "el mayor crimen humanitario que existe", y por si esto no fuera lo suficientemente potente termina con un "el mayor atentado contra la paz que existe en nuestros días". Es decir, las feministas han convertido a la mujer (así, en general) en terroristas, asesinas que odian la paz en el planeta Tierra. Al lado de éstas, Hannibal Lecter es vegano.

Pasan los días y él se defiende. Dice que no es machista (se le va la pinza) y que es feminista como el que más (se le va la pinza a Tunte). Como el torero que dice que ama al toro. Y yo, personalmente, pienso que se lo cree. Y no es broma. Hay muchísima gente que no pilla el concepto. Sólo hay que ver los debates que se formaron al respecto en las redes sociales donde se terminaba hablando del feminismo (deberíamos debatir sobre el alcalde pero, es lo que hay, somos hijos de los hombres y hay que cuestionar el feminismo). Y ves a mucha peña dándole la razón. Muchísima gente, de todas las edades, diciendo que no están en contra de las mujeres pero que no son feministas. Les falta mirar la definición del término. Les falta, de verdad.

La mayor parte de nuestra sociedad sigue siendo machista, en mayor o menor grado, y se piensa que no es así. De un lado nos dicen que ser machista es caca, por otro nos refuerzan el concepto de superioridad del hombre a cada minuto. Es una paradoja, como la de Beatriz Elorriaga, portavoz de equidad (equidad, flipa) y derechos sociales del PP de Madrid defendiendo a este alcalde. Eso pasa.

Para quien cree que el machismo ya está superado en este país y que, por lo tanto, el feminismo sobra, recuerden que venimos del "mi marido me peg-ga" de Martes y Trece, con el que todos nos partimos la caja del pecho. Y no ha pasado tanto tiempo como para dejar de escuchar esas carcajadas.

Lo que pasa es que una cosa es que te des cuenta de que acabas de hacer un comentario machista en un bar y luego intentes arreglar tu cabeza para no repetir esas actitudes mal aprendidas (porque cambiar un lavado de cerebro no es fácil ni rápido), y otra es que sueltes un alegato machito ponce alfa en público, con micro, siendo alcalde, y que ni siquiera te des cuenta ni cuando te lo explican. Y lo han votado, y lo volverán a votar. Peligroso y triste a la vez.

Un último apunte, dice David Pérez que sus críticas se referían al feminismo radical. Pero es que no hay otro. Cambiar algo tan establecido es radical siempre. Cuando votó la mujer por primera vez, antes de ayer, también lo fue. Las Cortes aprobaron ese derecho con 161 votos a favor y 121 en contra. 121 que también se escandalizaron con el voto de la mujer, aunque las amaban a todas. Porque, por supuesto, nadie está en contra de las mujeres. Eso no ha pasado nunca.