La educación es la institutriz del crecimiento económico: si enseñas bien a los trabajadores del futuro, estimularán la economía. Por eso no sorprende que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) quiera saber cómo funcionan los sistemas educativos de sus países miembros y de otros países. Lo hicieron en el año 2000, en 2003, en 2006, en 2009 y en 2012. España nunca superó la media. El pasado martes 6 de diciembre se publicaron los resultados de la edición 2015 del informe PISA, acrónimo de "Programme for International Student Assessment" o Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes, una cartografía que mide el rendimiento de los alumnos de 15 años en áreas claves como comprensión lectora y competencia en matemáticas y en ciencias. Si no fuera por PISA, el sistema educativo español estaría ciego. Contrariamente a lo que piensa la mayor parte de la sociedad y sus políticos, el programa PISA no evalúa asignaturas ni materias concretas sino la capacidad de los alumnos para aplicar los conceptos que han aprendido durante su escolarización. Esta vez, cinco CC.AA. (Castilla-León, Madrid, Navarra, Galicia y Aragón) han superado la media de la OCDE. En la cola han quedado Baleares, Murcia, Extremadura, Andalucía y Canarias.

La calificación de Canarias en último lugar lastra la media española: los alumnos de las tres primeras CC.AA. adelantan a los canarios en dos cursos. Un escándalo. Lo sorprendente es que si se excluyeran Canarias, Andalucía y Extremadura de la evaluación, España superaría la media de la OCDE y quedaría entre los primeros 15 países evaluados. Se da la circunstancia de que el 28% de los alumnos canarios examinados no van a clase regularmente y más del 40% son repetidores, situaciones que dañan a la clase entera y repercute enormemente en la media. Lo que el informe PISA no dice pero sí refleja, son las graves carencias de un sistema educativo fragmentado en 17 planes que cambian cada pocos años por razones ideológicas y partidistas, un profesorado desmotivado y que no siempre está bien preparado, la pérdida de la cultura del esfuerzo y del sentido de la responsabilidad, una falta de implicación de los padres, falta de disciplina y numerosas escuelas que no saben preparar a nuestros ciudadanos. El informe PISA divide a España en dos mitades: el Norte estudioso y trabajador; el Sur, gandul y tolete. Por mucho que nuestros dirigentes lo quieran barnizar o justificar, nuestros jóvenes no comprenden lo que leen ni saben resolver problemas matemáticos elementales.

Los resultados del informe PISA son demoledores para Canarias: las calificaciones obtenidas por los jóvenes que supuestamente serían los trabajadores de la economía de Canarias 2030, les incapacita para integrarse de forma correcta en la sociedad. Pero aquí no ha pasado nada. No ha habido ninguna crisis de gobierno, ninguna dimisión de los máximos responsables de la Consejería de Educación, ni se ha creado un gabinete de crisis educativa, ni ningún colegio se ha dado por aludido. Este es un sistema chatarra, mediocre, desigual, insolidario, sin políticas de apoyo, y gestionado por impresentables. Es probable que más de la mitad de los diputados del Parlamento canario suspenderían el examen PISA. El currículo de competencias y habilidades de un porcentaje muy elevado de los políticos elegidos en ayuntamientos, cabildos y del parlamento cabe en un sello de correos. El de muchos de ellos incluso cabe en un típico botón blanco de manga de camisa (usando el tamaño 8 de la fuente "Arial Narrow"). No hay más que oír las "perlas" discursivas de la vicepresidente de Canarias (esa que decía que cuando gobernara subiría lo que bajaba y bajaría lo que subía), para darse cuenta que estamos al borde del precipicio, a un paso del abismo.

Canarias no tiene proyecto para mejorar y avanzar. Analizando los últimos 25 años, son cada vez más los que piensan que la Autonomía Canaria ha sido un fracaso. Ahora los políticos de Canarias llevan meses malgastando el tiempo con la mamarrachada del pacto de gobierno que les mantiene en sus sillas de poder, incapaces de planificar los retos y de gestionar y solucionar los problemas de vivienda, de trabajo, de investigación científica, de sanidad, de analfabetismo funcional, de servicios sociales, de comunicación y transporte, de inmigración, que se nos avecina hasta el 2030. Pero la ciudadanía mantiene la boca como el pez que da vueltas y vueltas en la pecera y queda estupefacto ante el discurso necio, vacío, incoherente, demagógico y populista de sus dirigentes. Mientras tanto, el Archipiélago se descompone, se atomiza en siete reinos, basculando cada vez más en torno a una sola isla que va acaparando todas las competencias de interés de la región y vaciando de contenido al resto de islas, que sigue manteniendo la ley electoral más injusta, insolidaria, destructiva e ilógica de toda la Unión Europea y que necesita una urgente redacción para que cada voto valga igual en una región tan desigual. Asusta saber que en las próximas elecciones autonómicas, cuando se completen los colores del arco iris parlamentario canario con la incorporación de los partidos Naranja y Violeta, Canarias será ingobernable. Buen día y hasta luego.