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Papel vegetal

Keynes pasado por Trump

Recuerda el lector cuando algunos socialistas nos animaban a todos a hacernos ricos o decían aquello de que "bajar de impuestos es de izquierdas"?

La confusión ideológica ha llegado a tal extremo en todo el mundo que tenemos ahora al que promete ser el presidente más reaccionario de EEUU tomando prestadas nada menos que a Keynes algunas de sus recetas económicas.

¿No parece decidido Donald Trump a aplicar lo que el Nobel de Economía Paul Krugman reclamó al demócrata Obama desde el principio de su presidencia?, se preguntaba el otro día un comentarista germano.

Obama se equivocaba, según Krugman, cuando en un primer momento de su primer mandato intentó rehuir un mayor endeudamiento público para dinamizar la economía.

Sin embargo, supo rectificar a tiempo y los republicanos se pasarían luego toda la presidencia de Obama criticando el crecimiento de la deuda, que había llegado, según ellos, a niveles europeos.

Y ahora se encuentran con que su correligionario Trump anuncia un aumento del gasto público: la idea es que hay una demanda insuficiente, que sólo puede resolverse mediante un incremento del mismo.

Como escribe el columnista James Surowski en el "New Yorker": "Los economistas progresistas llevan años diciendo que EEUU debería endeudarse más para dinamizar la economía".

Y añade: "La amarga ironía es que ha hecho falta la elección de un (presidente) reaccionario para que podamos comprobar si llevan o no razón".

Pero ocurre que Trump va a hacer lo que hicieron en su día los también republicanos Ronald Reagan y George W. Bush: es decir, bajar impuestos a los ricos para que gasten más y a las empresas, entre ellas las suyas, para que mejoren sus resultados.

Es la vieja idea de la economía del goteo: desgravemos a los ricos, que crearán más riqueza y con la marea subirán todos los barcos, también los de los pobres. Y el crecimiento económico generado aliviará el de la deuda.

Idea desacreditada porque, como se ha visto, las desgravaciones fiscales no han aliviado el desempleo sino que, por el contrario, han agrandado el foso entre una minoría cada vez más rica y una mayoría, que incluye ya a buena parte de la clase media, empobrecida.

Y es que no se trata de subir o bajar impuestos o de aumentar el gasto público, sino que hay que saber de qué impuestos estamos hablando o para qué va a servir ese gasto.

No es lo mismo utilizarlo, por ejemplo, para construir o mejorar infraestructuras que para rescatar a la banca más corrupta como ha ocurrido en demasiados casos.

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