La publicación esta semana del último informe PISA, que evalúa a los alumnos de 70 países cada tres años, ha producido una vez más un fuerte impacto en Canarias. El estudio confirma que nuestra comunidad autónoma lleva un curso y medio de retraso en relación al resto de regiones españolas en comprensión lectora, matemáticas y ciencias. Canarias sigue, por tanto, a la cola en aprendizaje, junto a Andalucía y Extremadura. Mientras, España en su conjunto mejora ligeramente respecto al informe anterior, situándose en la media de la OCDE, aunque hay que precisar que eso ocurre porque la media general ha descendido.

El primer efecto que provoca siempre la publicación de estos datos es una reacción a la defensiva, tanto por parte de la comunidad docente como de las autoridades educativas. Una y otras tratan de justificar la parte de responsabilidad que pudiera corresponderles. Pero el diagnóstico que realiza el informe PISA es tan grave que nos obliga a todos a no esconder, como el avestruz, la cabeza bajo el ala. Es necesario hacer un ejercicio de comprensión del problema para poder darle solución. Sería un error interpretar los resultados de la evaluación como un mero suspenso al alumnado canario porque, en la medida en que la educación es responsabilidad de todos, el informe PISA suspende a la sociedad canaria en su conjunto.

A la hora de tratar de explicar las razones que nos han relegado a los últimos puestos del ranking, se señala de forma destacada el gasto educativo. ¿Es la falta de recursos el principal problema del sistema educativo canario? Las Islas soportan, efectivamente, un desfase en la inversión per cápita en servicios esenciales, educación y sanidad, de unos 700 millones anuales. Y aunque los presupuestos de la Comunidad Autónoma de Canarias para el próximo año destinan a Educación poco más que el ejercicio anterior, 1.558 millones de euros, la cantidad es similar a la invertida hace diez años. Pero hay un claro retroceso si se comparan los datos con el año 2000, cuando la enseñanza no universitaria representaba entonces el 30,7% del total del presupuesto, mientras ahora ha quedado reducida al 21,3%.

Sin embargo, el propio informe PISA ha puesto en evidencia, en su comparativa por comunidades autónomas, que solo el nivel de inversión no explica el éxito o fracaso de un sistema educativo. Así, pese a la alta financiación, el País Vasco ha caído en algunos indicadores, cuando siempre estaba por encima de la media. Y otras regiones con escasos recursos como Castilla y León está entre las mejores en este último informe. Igual ocurre en Portugal, donde a pesar de la gravedad de la crisis y los continuos recortes en Educación, los portugueses han protagonizado una constante mejora de sus resultados cada tres años. ¿Qué otros factores influyen en el aprendizaje del alumnado? Según diversos analistas, una de las claves del éxito en Portugal es el grado de implicación y motivación del profesorado y su grado de prestigio y aceptación social. Justamente las mismas razones que explican el notable éxito de países tan diversos como Finlandia, Alemania, Suiza, Holanda, Corea del Sur y Singapur. Esta isla asiática aparece en el informe en primer lugar, superando con amplitud a los países más desarrollados del mundo.

En esos países, otra de las cuestiones que considera clave el informe son la evaluaciones y, a partir de ellas, las constantes reformas y correcciones del sistema educativo. Cinco de cada seis países de la OCDE las realizan con normalidad y no para cuestionar o poner en evidencia al profesorado, sino para detectar en qué se está mejorando y en qué se debe mejorar. Pero en España existe una fuerte resistencia a aceptar la implantación de un sistema racional de evaluación, al que se le presupone connotaciones negativas y excluyentes. Por ello es, sin duda, una de las cuestiones claves a pactar en la Ley de Educación que todos los grupos parlamentarios han decido reformar.

Hay que tomar conciencia, además, de que vivimos en sociedades mucho más complejas que hace diez años y por tanto educar se ha vuelto igualmente más complicado. Las aceleradas transformaciones sociales como consecuencia de las nuevas tecnologías de la información afecta no sólo a la formación del profesorado, sino también a los propios métodos pedagógicos. Así como al modo de comprensión de la realidad por parte de los alumnos. El marco sociocultural en el que se desarrollan y en el que se mueve el propio sistema educativo es un factor más a tener en cuenta en el diagnóstico de los resultados que ofrece Canarias en los informes PISA.

Las Islas no salen malparadas solo en esta evaluación de comprensión lectora, matemáticas y ciencias. Además de en el porcentaje de repetidores (38 de cada 100 alumnos canarios) o en el fracaso escolar, las Islas registran datos de paro y de pobreza que también inciden sobre los resultados educativos. Son el reflejo de una sociedad donde se han acusado las desigualdades, que representan un problema grave para el progreso del conjunto de la región.

Ante el informe PISA 2015 no cabe, en definitiva, escurrir el bulto. Cada uno en su nivel de competencia o responsabilidad, debe dar respuesta al problema y contribuir a mejorar el nivel de formación de la sociedad canaria. En este reto nos jugamos el futuro. El Gobierno de Canarias no puede esperar al próximo informe para poner en marcha una estrategia educativa que incluya iniciativas y proyectos claros y evaluables, dentro del marco del pacto educativo suscrito la pasada legislatura. El Estado, por su parte, debe cumplir su obligación de equiparar el gasto educativo que destina a Canarias con la inversión que destina a otras regiones. Y la sociedad civil, compuesta por los docentes, las familias y hasta los medios de comunicación, debemos comprender que este no es un problema de nuestros alumnos o hijos, sino de la sociedad canaria en su conjunto.