A ningún periodista le pagan por ser adivino, pero entre las predicciones para 2017 recogidas por el Laboratorio Nieman, de Harvard, figura una de Andy Rossback, diseñador del New York Times, que eleva a "cambio tectónico" el hecho de que los usuarios de internet pasen a ser la prioridad de los digitales en vez de los anunciantes. La publicidad ya no es lo que era y afecta a los soportes.

Los espacios publicitarios (banners) insertados en las páginas de internet resultan ser un engorro para los lectores que intentan huir de ellos, a veces no sólo impacientemente, sino en medio de cierta desesperación. En los viejos periódicos de papel, en cambio, la publicidad jamás ha sido una molestia. Impresos, los anuncios no suponen un escollo por la propia configuración de las páginas. Uno se detiene en ellos o deja que pasen desapercibidos sin llegar jamás a aborrecerlos.

Los anuncios en la prensa también fueron una prioridad hasta que la caída hizo a los editores tener que buscar en la difusión y en los contenidos el principal sostén de las cabeceras. La publicidad se convirtió durante décadas en artífice de un milagro que ha permitido por menos de lo que cuesta un café tener al alcance las noticias impresas elaboradas por nutridas redacciones de reporteros, articulistas y corresponsales en cualquier lugar de la Tierra. Las redacciones afortunadamente siguen funcionando y abasteciendo con información digital al parasitismo que se aprovecha de ellas en internet. Sin las redacciones el periodismo, una obra coral, dejaría de existir.

Pero los lectores, o los usuarios, como dice Rossback, siempre han sido, y tendrán que seguir siéndolo, la prioridad de quienes nos dedicamos a este oficio. Igual que lo es la verdad, tan acosada por la inteligencia artificial y la artificialidad del bulo.