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El callejón del gato

La dictadura de la ignorancia

La ignorancia es la más oscura noche de la mente. Estamos atravesando el desierto del conocimiento, donde la cultura, las artes y la educación no parecen rentables. Nuestras universidades no entran ni dentro del ránking de las mil primeras ya que la excelencia, en el mejor de los casos, ha dado paso a una fábrica de empleo, en vez de una formación como personas que contribuya a la creación de una sociedad mejor y más avanzada.

No se trata de culpar a nadie, porque de todos es la culpa, se trata de establecer un orden de prioridades donde se apueste por una sociedad que a largo plazo sea dueña de su propio destino sin depender de dónde sople el viento de la ignorancia.

Estamos asistiendo impasibles al derribo de instituciones como el festival de ópera después de 51 temporadas. Y lo que es peor que cometer ese error es tratar de justificarlo asfixiándolo económicamente, como ya ocurrió con la temporada de la zarzuela a la que han desahuciado, reduciéndola a cuidados paliativos a la espera de certificar su defunción. Ahora le toca el turno al festival internacional de música de Canarias después de haber destituido a la anterior directora, Candelaria Rodríguez, heredera de alguna manera de la impronta que en su día le insufló Rafael Nebot. Según decía en su crónica del pasado martes mi querido amigo Guillermo G. Alcalde, en la inauguración de la presente temporada el 50% de las localidades fueron regaladas .

Si repasáramos una por una todas las manifestaciones artísticas que hasta hace poco nos habían colocado en el pelotón de cabeza, haciéndonos albergar la esperanza de ser nominada Las Palmas de Gran Canaria como capital cultural de Europa, a ser número uno en fracaso escolar donde la comprensión a través de la lectura nos ha colocado a la cola. Se precisa que salgamos del letargo en el que algunos nos han metido, no sólo en la cultura, que también, sino haciéndonos perder el espíritu que como pueblo siempre nos ha caracterizado, a pesar de las piedras que en el camino nos han puesto.

Canarias en general y Gran Canaria en particular deben desde la sociedad civil propiciar y promover el clima necesario para quitarnos la losa que unas veces por omisión y otras por acción nos hemos puesto encima nosotros mismos. Nuestros representantes políticos deben escuchar a una sociedad que cada vez tiene menos confianza en aquellos que solo miran a sus propios intereses cuando no a los de su partido sin percatarse que solo se justifica su existencia en un marco de defensa de los interese del pueblo y las personas que los han elegido primero y puesto al frente de las instituciones después.

Demos pues una oportunidad a la esperanza, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción.

La única batalla que se pierde contra la ignorancia es la que se abandona, no hagamos como en el ajedrez que, al igual que en la vida, el adversario más peligroso somos nosotros mismos.

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