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Al azar

González y Aznar, 0 votos

Rajoy ha logrado enhebrar un discurso que a nadie interesa, su éxito consiste en pasar desapercibido mientras prosiguen sus eternas vacaciones. Ante la atonía del presidente, la sed de liderazgo se vuelca sobre sus predecesores. En la versión socialista del efecto mariposa, unas declaraciones de Felipe González en Nueva Zelanda desatan un ciclón en Ferraz que arrasa con Pedro Sánchez. También Aznar despliega ahora una mayor actividad ideológica que durante la legislatura hegemónica que desperdició jugando al golf, de La Moncloa al green en helicóptero. La efervescencia de los expresidentes sería inofensiva de mantenerse entre las fronteras de la nostalgia. Por desgracia, abundan los intentos de capitalizar sus manifiestos ingenuos, de devolverlos a la arena de la alta competición electoral. Dado que las encuestas inspiran una nula confianza, cabe establecer a ojo de buen cubero que Aznar y González obtendrían cero votos en las urnas. Con un margen de error de cien votos arriba o abajo. La tentación aznarista de devolvernos al país de Irak y el 11M resulta digna de encomio. El exiliado del PP suscita un envidiable fervor popular, pero haría bien en repasar el lema desolado del segundo Suárez, "me quieren pero no me votan". En cuanto al oracular González, puede designar al secretario general del PSOE pero no mueve un solo sufragio ciudadano.

González y Aznar ya solo pueden competir en las horas de navegación respectivas a bordo de yates de lujo o de reactores privados. La aventura equinoccial de Sarkozy demuestra que incluso Carla Bruni pierde su atractivo cuando abandona el Elíseo. Los expresidentes aportan además un currículo accidentado, y cuesta desligarlos absolutamente de la génesis del problema que aspiran a solucionar. Impresionan por el terror que inspiran, pero nadie ha pensado seriamente en reincorporarlos a la rutina familiar. Peor todavía, distraen a la actualidad acuciante con el recuento de glorias pretéritas que no fueron tales. Rajoy sabe que no tiene que esforzarse en neutralizar a Aznar, le basta con amordazar y amortajar a las figuras emergentes del PP. En efecto, por eso no queda ninguna.

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