Tenerife es una isla densamente poblada y volcánicamente activa. La sociedad en su conjunto, administrados y administradores, podrían, con algún grado de dificultad, modificar la primera de estas realidades, pero no así la segunda, que se encuentra ligada a una historia geológica de millones de años. En la actualidad, el riesgo volcánico en Tenerife es mayor que hace 50 años, pero esta tercera observación no se debe a que los volcanes activos de la Isla estén ahora cocinando más que antes en el subsuelo, sino que ahora existe más población y un mayor desarrollo socioeconómico que hace 50 años expuesto al fenómeno volcánico; una actividad que ha estado y estará conformando nuestra realidad territorial durante millones de años. Por lo tanto, nuestra sociedad no puede cerrar el grifo de la actividad volcánica, pero sí puede materializar diversas acciones, de naturaleza científica y civil, para contribuir a minimizar el impacto de potenciales fenómenos volcanológicos adversos (crisis sismovolcánicas y erupciones) en la Isla. La acción científica más efectiva para contribuir a la reducción del riesgo volcánico en una zona densamente poblada como Tenerife es la vigilancia volcánica. Esta debe ser de carácter multidisciplinar, prestando atención a los potenciales cambios que pudieran detectarse sobre la sismicidad, los gases y la deformación del terreno en un sistema volcánico como los existentes en la Isla. Por otro lado, es importante resaltar que los programas de vigilancia volcánica multidisciplinar no sólo se ejecuten a través de redes instrumentales permanentes, capaces de registrar parámetros de interés para la vigilancia volcánica las 24 horas del día y los 365 días al año, sino también a través de campañas científicas periódicas de observación que se ejecutan con una frecuencia determinada que pudieran modificarse si se observan cambios en el sistema volcánico.

Hace 20 años, la vigilancia volcánica en Tenerife no contaba con ese enfoque multidisciplinar -recomendado por la comunidad científica internacional- para la vigilancia de volcanes activos desde la década de los 80. El Cabildo de Tenerife, a través del Instituto Tecnológico y de Energías Renovables (ITER), puso en marcha la creación de un grupo volcanológico con la finalidad de proporcionar ese enfoque multidisciplinar, antes inexistente, y de esta forma contribuir a fortalecer el sistema de alerta temprana ante fenómenos volcanológicos adversos que pudieran ocurrir en Tenerife. Ahora, todos los trabajos realizados por este grupo de investigación se desarrollan bajo el paraguas del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), una entidad demandada unánimemente por todas las cámaras legislativas de este país para mejorar y optimizar la gestión científica del riesgo volcánico en España; dígase Canarias, la única región volcánicamente activa del territorio nacional con riesgo volcánico.

En la actualidad, los trabajos de investigación que el Involcan materializa para la vigilancia de los volcanes de Tenerife-Complejo Teide-Pico Viejo, Dorsal Noroeste de Tenerife, Dorsal Noreste de Tenerife y Dorsal Norte-Sur de Tenerife se centran en el análisis de la sismicidad que se registra a través de la Red Sísmica Canaria. Esta red instrumental permanente cuenta con 15 estaciones sísmicas de banda ancha del ITER capaces de registrar los terremotos que ocurren en el subsuelo de Tenerife, así como otro tipo de señales sísmicas relacionadas con el movimiento de fluidos en el interior de la Isla.

Con la finalidad de detectar procesos de deformación del terreno que pudieran estar relacionados con potenciales cambios de la actividad volcánica en el subsuelo de la Isla, el Involcan realiza una monitorización de desplazamientos horizontales y verticales con precisiones milimétricas a través de 12 antenas GPS diferenciales que conforman la Red GPS Canaria, una apuesta conjunta del ITER, la Universidad de Nagoya y Grafcan. Además, los recientes desarrollos tecnológicos en el campo de la interferometría satelital nos permiten fortalecer la monitorización geodésica para la vigilancia volcánica gracias a la generación de mapas sobre la deformación del terreno de toda la Isla con una frecuencia semanal.

Dado que los gases son la fuerza motriz de las erupciones volcánicas, la vigilancia volcánica conlleva además trabajos que implican la monitorización de la composición química y la emisión de los gases volcánicos. Este seguimiento se realiza tanto en las emanaciones visibles de los gases volcánicos (fumarolas) como en las emanaciones no visibles o difusas. Estas últimas son fundamentalmente de dióxido de carbono y ocurren a través de toda la superficie de los sistemas volcánicos. Esta monitorización geoquímica para la vigilancia volcánica de Tenerife se ejecuta no sólo a través de la Red Geoquímica Canaria, compuesta por 10 estaciones geoquímicas instrumentales permanentes en la Isla, sino además a través de campañas geoquímicas periódicas de observación, que se ejecutan con una frecuencia variable en los diferentes sistemas volcánicos de Tenerife en función de los potenciales cambios que se observen sobre la actividad volcánica en la Isla.

Recientemente y gracias a este enfoque multidisciplinar diseñado por el Involcan para la vigilancia volcánica de Tenerife, el programa geoquímico pudo registrar señales precursoras del evento sísmico de magnitud 2,5 registrado en el complejo volcánico Teide-Pico Viejo el pasado día 6 de enero al detectarse una tendencia ascendente de la emisión difusa de dióxido de carbono (CO2) en el cráter del Teide durante el periodo del 11 de octubre al 13 de diciembre de 2016. Estos trabajos de investigación del Involcan en Tenerife están siendo financiados por el Programa Tenerife Innova 2016-2021 que coordina el Área Tenerife 2030: Innovación, Educación, Cultura y Deportes del Cabildo Insular de Tenerife.